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Opinión

  • Hay lecciones de vida que no se aprenden en un aula o no se transmiten entre miembros gremiales. Hay códigos deontológicos que no necesitan explicarse, que viene de familia porque posiblemente germinan primero en el hogar. Y luego acompañan en el duro viaje de los años. Hay líneas de distintas tonalidades que cada uno de los individuos ha de saber reconocer y también respetar. Esos valores están en el corazón de las personas y se reflejan en sus acciones o en las inacciones.

     

    En la vida de los deportistas profesionales hay momentos para un fogonazo de flash y hay otros instantes que requieren su tiempo, una pausa, la intimidad y la reflexión. Todos deberíamos estar obligados a saber diferenciar los dos escenarios, sin ejercer con el modelo de la stasi para hacer denuncia (sea cual sea el uso) sobre la vida de los otros.

     

    Lo primero que ha hecho este martes Kirian Rodríguez antes de anunciar su nueva lucha personal es confirmar un añadido a su padecer personal y al de su familia “por querer dar una noticia”, dijo. Y tuvo el buen gesto de no señalar a quienes precisamente lo han señalado, incluso sin conocimiento completo de la causa.

     

    Kirian, el chico que aprendió abandonando “el taconazo”, el que se esmeró para ganarse la confianza en Las Palmas Atlético y, más tarde, entre los profesionales, ha tenido que dar un volantazo en su vida. No habría querido así ... pero con esa fuerza de voluntad y el apoyo y respeto de todos, hará lo que bien ya sabe hacer: Volver más fuerte que cuando se ausentó. Y eso también se aprende en un buen hogar.

     

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