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Opinión

  • Raúl Lizoain saluda a los jóvenes amarillos, antes del partido contra el FC Barcelona (C. Torres)Jémez recluta a la afición

    Hacía tiempo que el público del Estadio de Gran Canaria no vivía un partido de la UD Las Palmas con tanta intensidad, tan metido, como este jueves. En el último triunfo sobre el Málaga, un sector importante de la grada animó en los instantes finales, momentos previos al gol de Halilovic. Pequeños gestos para logros importantes en un proyecto que conoció una etapa casi de cenizas.

    Pero lo vivido este jueves fue distinto. El Estadio volvió a rugir como león herido, zafándose de su cautiverio o de sus malas sensaciones. Se resiste a morir sin batallar. Esa reacción popular era algo que echábamos de menos, una energía contagiosa que a veces va del campo a los graderíos o viceversa.

    Esa conquista hay que ponerla en el haber de Paco Jémez. Ha despertado al equipo con su mensaje, a veces pasado de revoluciones. Pero ha logrado que la lucha que ofrecen sus jugadores, que se partieron la cara en Bilbao y que ahora vuelven a hacerlo contra un acorazado de esta Liga, también llegue a la grada.

    Ya no son siete los que reciben al equipo tras una goleada. Los últimos minutos frente al FC Barcelona, con las voces empujando el balón hacia el lado de Ter Stegen, fueron una auténtica demostración de unidad y de querer salir del agujero.

    El mensaje ha llegado a destino y eso es tan importante ahora como los puntos que vienen añadiéndose a la cosecha amarilla. Otros gigantes vendrán pronto por la isla, pero aquí ya no les esperan con una alfombra.

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