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Opinión

  • Cruzada la frontera del 3 de septiembre, queda mucho por hacer. Porque este nuevo equipo que ha germinado tras el golpe de la temporada pasada sigue siendo un proyecto recién zarpado de puerto, con una estela a su paso que no genera disgustos del reciente pasado.

     

    Hemos afinado el oído durante todo el verano para interpretar qué estaba ocurriendo en ese vestuario donde las medidas económicas obligadas por la Liga condicionaban las decisiones deportivas. Y, entre lo que los técnicos valoran, los dirigentes comentan y los jugadores confirman, el cambio se consolida en varias ideas que fortalecen el concepto de grupo: La actitud y el esfuerzo de todos ha cambiado en un sentido de sacrificio y solidaridad. Y los jóvenes procedentes del filial han inyectado una contagiosa ilusión en todos los rincones de la entidad. Los que integran el grupo profesional de la UD Las Palmas han vuelto juntos a los orígenes del deporte asociativo.

     

    Además, a ello hay que unir el escenario que ha proporcionado el club en Barranco Seco, que se identifica ahora como un centro de trabajo que cose voluntades. No ha tardado en convertirse en una casa de verdad para un equipo que durante las últimas temporadas debió sentirse un colectivo errante en busca de su propia identidad. Incluso para prepararse.

     

    Una cosa son los resultados hasta el momento y otra el buen clima, adecuado sin duda, para que se cree el concepto tantas veces reclamado en las dos últimas temporadas y media: el equipo. Ya saben lo que se decían de la UD Las Palmas. Que tiene una buena plantilla con la que convertir un buen equipo. Pero eso no se produjo y de aquellos polvos, estos lodos.

     

    Pero hay algunos miembros que se han quedado en la entidad luego de un difícil verano. Sin duda, el checo Thomas Pekhart es el hombre que pueda simbolizar a esos jugadores invisibles que ahora son tan importantes como el resto. Porque todos los aspectos de salud interna los han de cuidar para que los que le preceden en la elección del entrenador sepan que hay amigos a sus espaldas.

     

    El checo no ha tenido el papel que esperaba desde que llegó a Las Palmas. Tres técnicos dirigieron al equipo en 2018-19 y le brindaron 14 retales de partidos para un total de 173 minutos. Ni siquiera dos completos. Y este verano ha tenido que escuchar de Mel que no contaba con él, en una etapa de incomodidades obvias entre Pekhart y el club que quedan de puertas para adentro.

     

    Pero todo eso pasó. Ahora es miembro de la plantilla y es una opción cada fin de semana, como también Srnic, Deivid, Alex Suárez o los gemelos Castellano. Algunos de ellos también han recibido valoraciones públicas del propio Mel, sin duda precipitándose en ese momento porque no tenía necesidad de comprobar que el fútbol tiene giros tan cambiantes que Pekhart será desde septiembre una solución latente en sus planes.

     

    Llegado este punto es la hora también de los invisibles, que están para sumar. Porque quizá, sin una plantilla con tanto bombo mediático como la de campañas precedentes, podría estar en camino la formación de un gran equipo.

     

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