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Opinión

  • Pasados los años, aquel pelirrojo jugador de 19 años que firmó en la UD Las Palmas procedente de Quilmes, confesó que una hipérbole de su propio padre había marcado no sólo su paso por la isla sino su propia carrera profesional. Marcelo Lamela debutaba de amarillo con apenas esos 19 años, en 1983. Y en los días previos a ese estreno su progenitor había dicho al pisar tierra canaria que "mi hijo es mejor que Maradona. Ya lo verán".

    Se juntaron dos hileras de finos cimientos: la de un joven jugador que debía aún madurar con las enormes expectativas al hacerse la más alta comparación de aquella época. Pasado el tiempo y ya en retiro, Lamela siguió con esa frase clavada sin poder entonces evitar que aquel exagerado escenario que se pintó se disolviera como terrón de azúcar en agua.

    Nos vale esta ilustración para reflexionar sobre el panorama que se ha dibujado en el entorno periodístico de la UD Las Palmas desde que el club, anticipándose a cualquier movimiento externo y convencido de que de su cantera hay una joya por pulir, pusiera en el terreno profesional a Pedri González, un joven valor del fútbol tinerfeño que el 25 de noviembre próximo cumplirá los 17 años de edad.

    En la UD Las Palmas actual, con los condicionantes generados tras las dos últimas temporadas, existe una tierra de oportunidades donde es posible que en apenas un mes veamos debutar a un canterano de 26 o a otro de 16. Ese es el mundo real, pero vive paralelamente a otro donde todo se exagera al arrimarse a un verano en el que parece haber licencia para la desmesura sin fronteras. Y es que a falta de fichajes estelares ...

    El club trata de arropar a su joven valor para no distraerle de su realidad de un chico que aún tiene que ir a clases porque está en plena formación, sin abandonar la cobertura de una familia que ahora es más amplia tras el traslado a Gran Canaria. Pero a diario se producen expresiones públicas sobre Pedri, desde Mel hasta el capitán Aythami, pasando por comparaciones mediáticas que no acaban de precisar la propia hipérbole en un intento claro de no fallar una predicción.

    Sin embargo, Pedri es un emergente jugador con apenas 16 años que está conociendo el mundo donde quiere triunfar como profesional. Cuentan en el club como anécdota, que algún informador que ha firmado sobre las virtudes de Pedri lo confundió con otro futbolista de filiales en el primer saludo de pretemporada. Porque en realidad, el centrocampista está por descubrir y aunque de Pedri se habla muchísimo, de sus cualidades reales sólo se haya asomado una parte: la que está en construcción.

    No es menos cierto que, posiblemente, sea el jugador de cantera más diferente desde que brotó en 2010 hacia el primer equipo Jonathan Viera. Pero a él mismo el técnico de entonces tuvo que atemperar la explosión mediática que desató su juego, con un trabajo personal de Juan Manuel Rodríguez para llevarlo por la senda real del deportista profesional: ser competitivo.

    Pedri no es la salvación de la UD Las Palmas. Tremendo error se cometería creerlo. Es una ilusión, como también la de otros jugadores de cantera que han llegado o están cerca. Está conociendo ese mundo donde se le augura un gran porvenir. Pero, como dijo Molowny a su llegada a Gran Canaria cuando tenía apenas 18 años, la verdadera cara del fútbol se la enseñaron los duros defensas rivales, "empezando por mis compañeros del Marino en los entrenamientos". Ahí empezó a conocer el mundo auténtico donde tanto piropo estropea la visión exacta.

    Hay mucho tiempo por delante para conocer al verdadero Pedri y ajustar las exactas valoraciones.

     

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