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Opinión

  • Hace unos días, por invitación de la Asociación de Ex jugadores de la UD Las Palmas, tuvimos el honor de moderar un acto en el que Paquito Ortiz era el ponente ante una abarrotada sala del Real Club Victoria. Y nos resultó realmente fácil hablar de un gran capitán de la Unión Deportiva Las Palmas, un ejemplo a seguir porque es la huella buena para cualquier deportista, no sólo en formación sino del profesional.

    Esas palabras las queremos trasladar a nuestra ventana digital ahora, en el momento en que Paquito Ortiz deja el proyecto del club grancanario apenas un año después de su regreso. El servicio de Paquito a la UD Las Palmas, desde su llegada en 1992 hasta su salida como jugador en 2001, fue completo. Llegó como un jugador de brillo en el CD Maspalomas, con mucha personalidad futbolística y dotes técnicas que puso al servicio de la UD Las Palmas, de su conjunto y de sus compañeros. Pero no pestañeó en sacrificarlo.

    Entró además como primer fichaje de la era SAD, en una etapa de ruina económica del club y de vacas flacas en lo deportivo porque el equipo de Gran Canaria estaba entonces en Segunda B, recién caído del cielo del Fútbol Profesional.

    Paquito Ortiz, sin tener ese pasado formativo en la casa, se puso el mono de trabajo desde el primer día. Y ese viaje de amarillo que empezó en la categoría de bronce pudo terminarlo en la de oro, porque tuvo entonces la capacidad de elegir la despedida como uno de los capitanes del equipo en Primera División.

    El Paquito jugador es descriptible claramente. Y es el reflejo al Paquito persona que se ha ganado el corazón de no pocos amigos, donde quiera que esté.

    Sin embargo, en aquel acto en la entidad victorista no faltó añadir algo nuevo que venía cociéndose. El compromiso de Ortiz con la causa UD Las Palmas es absoluto, innegociable, un icono para todo el que se embarque en ella. Le tocó este año dar la cara, ponerse delante ante la tempestad en un momento en que el cargo de un equipo en plena caída hacia la Segunda División era abrasador. Paquito había venido para otros cometidos, pero la historia le recordará que fue técnico en Primera División algunos partidos porque no puede decir ‘no' al club de sus amores.

    Ahora se va por segunda vez como siempre lo ha hecho él; en silencio. Pero a nuestro juicio se va otra vez como ganador, porque su ejemplo como amarillo nadie puede ser capaz de perturbarlo.

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