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Opinión

  • Miles de nuevos seguidores de la UD Las Palmas están escuchando de palabra, o acudiendo a la red para buscar imágenes, para conocer a aquellos futbolistas y técnicos que hicieron el camino desde 1949. El equipo de todos los amarillos canarios del Planeta y de sus simpatizantes en cualquier rincón del mismo tiene una historia densa, llena de éxitos y también de desdichas. Seguirá siendo así.

    El tiempo y los nuevos actores no pueden hacernos perder la perspectiva. Las Palmas está ahora en la Primera División de nuevo, recuperando el paso después del tobogán vivido desde el descenso de 1983. Pero hay unas huellas imborrables que siempre tratamos de exponer en nuestra ventana, en nuestro diario digital deportivo Tinta Amarilla, porque la historia no puede ser disfrazada ni olvidada.

    Este 9 de abril de 2017 es una fecha singular. Justo 50 años atrás, también en partido dominical, empezaba la que iba a ser mejor etapa del club como equipo de Primera División, entonces muy pero muy cerca del título de Liga y de desbancar de él a los dos eternos grandes del país. Una generación de jugadores canarios con dos porteros vascos, un técnico con denominación de origen y una gran directiva creyente en su propia obra llevó al equipo a la más alta cota, no repetida desde entonces. No era solo su clasificación, era su fútbol delicatessen, admirado, respetado y hasta temido. Es la historia de la mejor UD Las Palmas hasta ahora conocida, de sus jugadores, de sus colaboradores, ... la narración de un orgullo que llegó a tener signos patrióticos.

    Lo contaremos con tiempo suficiente en este mismo sitio web, con sus episodios, testimonios y anecdotario. Es nuestro homenaje a aquellos deportistas que formaban familia y que fueron leales a un escudo que, por sus obras, será eterno. El capítulo uno ya está en marcha.

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