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Opinión


  • Comprendemos que es muy difícil tener una opinión serena sobre el caso desatado el pasado fin de semana por Nauzet Alemán y Sergio Araujo. No se produjo en el contexto de la celebración de un éxito deportivo, ni de grandes actuaciones personales. Antes, al contrario. Toda la información válida y contrastada sobre la deslealtad cometida la posee el club -nos informan que controlan toda la documentación de los hechos-, cuya línea de actuación hasta el momento es paralela al daño causado. De cualquier forma, en el caso de Nauzet, ningún argumento justifica el daño que le han causado personas ajenas a la propia actividad futbolística. Eso no tiene justificación alguna y procede subrayar nuestra más enérgica repulsa, incluso para las secuelas de mofa y falta de humanidad que se está generando con posterioridad.

    En cualquier caso, ha vuelto a ocurrir una vez más: la UD Las Palmas, que es al fin y al cabo lo importante y el club dañado, ha ocupado más espacio informativo a nivel nacional por este pequeño 22j que por su excelente quehacer deportivo frente al equipo más en forma del fútbol mundial. Lo de Nauzet y Araujo ha eclipsado el trabajo de sus compañeros, el buen saber de boca que dejaron ante una afición que, a pesar de la derrota, les llegó a pedir con sus mensajes desde la grada un "no te rindas, Las Palmas".

    A quienes han visto al equipo en Primera en las dos últimas etapas, estas cosas duelen de verdad, porque desvirtúan un esfuerzo económico y deportivo, al margen de una ilusión de toda una hinchada que no se merece este linchamiento moral. Nos ha hecho recordar la repercusión mediática, con persecución a los protagonistas, como en su momento ocurrió con el caso de las presuntas jeringuillas de Vallecas o el posterior asunto de los pasaportes falsos de Alvaro y Baiano. Era durísimo para la afición vivir aquello, como ahora esto. El club debe tener claro que si hay bombas de relojería en su seno, debe desactivarlas y dar paso a una nueva etapa. Debe cerrar ciclos y abrir caminos a quienes realmente se ilusionan por defender esa camiseta y ese escudo tan hermoso.

    Y ojalá este pequeño 22j sea realmente igual que su hermano mayor. Porque de aquella hecatombe se levantó el club con más energía, como hoy podemos comprobar. Esa misma fuerza la necesita para alcanzar el objetivo de esta temporada con las espadas de sus verdaderos leales.

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