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Opinión

  • Hace apenas un mes dijo el presidente de la UD Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez, que por su experiencia no tenía mucha fe en el mercado de invierno. En él, a lo largo de estos años, la UD Las Palmas encontró pocas soluciones a lo ya planteado desde el verano. Esa sensación la pueden expresar un puñado de equipos, en idénticas circunstancias que los amarillos.

    No sería una lectura saludable que un proyecto deportivo dependa de los aciertos del mercado invernal o segunda etapa de contrataciones. Y menos para un equipo que fundamenta su plantilla en producción propia, en impulsos de su cantera que, en unas etapas puede ser más productiva que en otras.

    El crédito del mercado de invierno posiblemente está más relacionado con la capacidad de poner sobre una mesa de negociación dinero. Aunque hay ocasiones como las del año pasado en la UD Las Palmas en donde el mercado de invierno aportó la venida de un jugador (en realidad regreso: Jonathan Viera), que dejó no pocos dividendos deportivos para los amarillos. Viera fue un gran refuerzo invernal, entre otras cosas porque llegó y su autoridad sobre el puesto que disputaba fue absoluta. Y, además, contribuyó decididamente para el objetivo del ascenso.

    De momento, la UD tiene ya a un centrocampista y un zaguero, Montoro y Lemos. No son primeros espadas, ni lo han sido -de momento-. Y con ellos se espera encontrar recursos, complementos, porque los verdaderos refuerzos de la Unión Deportiva en su escenario actual están o han estado en la enfermería. O los que todavía no han despertado en su plantilla.

    Su cierra el mercado y la segunda vuelta está en plenitud y sin vuelta atrás, con o sin refuerzos.

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