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Opinión

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    2019 marcará un momento importante en la historia de un club tan aferrado al fútbol de cantera como lo es la UD Las Palmas. No ya por la recuperación del crédito en su propia producción, que aspira a un nuevo protagonismo con el arribo de un puñado de efectivos a las órdenes de Mel, sino porque la fábrica echó al fin sus raíces como no hizo en siete décadas de su historia.

     

    El representativo futbolístico de Gran Canaria actualizará su patrimonio como nunca antes conoció. Sus tres años en Primera División no se fueron esta vez de vacío o generando una deuda. Parte de aquellos dividendos, hasta 21 millones de euros, han servido para darle sentido a la obra de un visionario que ahora ha recogido como testigo otro. Aunque en realidad deberíamos decir tres, porque no hemos de olvidar el constante asedio de Tonono Rodríguez al consejo para acabar con la dispersión de la cantera amarilla.

     

    El consejo de administración de Miguel Angel Ramírez ha actuado en justicia a reconocer a Manuel Betancor, el directivo empecinado en que el club tuviera una propiedad para la cantera y que impulsó la compra de unos terrenos que la afición de la entidad nunca llegó a adivinar en lo que en unos días se convertirá.

     

    Barranco Seco fue siempre un proyecto aplazado en el tiempo hasta que a partir de 2015, con el nuevo encabezado directivo actual, comenzó el 'manos a la obra'. De aquellas tierras escuchamos durante muchos años una oleada de problemas: la falta de un documento fideicomiso (?) para unir parcelas, los embargos, pignoraciones o la posibilidad de ventas. Unos y otros dirigentes sólo encontraban problemas, que ahora están totalmente resueltos para la confección de la que se convertirá en la ciudad deportiva futbolística más importante de este lado del Planeta. Creemos que sólo es el primer paso de lo que viene en el futuro.

     

    En realidad, siempre Barranco Seco fue más una moneda de cambio para tapar agujeros económicos que un intento de mejorar las infraestructuras para el primer equipo o sus jugadores en formación. Era en realidad un campo de césped natural que dio mucho trabajo, paralelo a otro de tierra. La palabra Fodegasa apareció en los años ochenta porque fue la propuesta más incisiva de cuantas se conocieron para transformar aquella zona. Se habló de un proyecto mixto entre campos de fútbol y propiedad privada a vender con chalets adosados. Cualquier iniciativa siempre quedaba en nada.

     

    Todas las ideas morían ante las fronteras de los contratiempos. Ese mérito es el que se ha de reconocer al consejo de administración actual. La nueva Ciudad Deportiva es el gran fichaje de la era Ramírez. El club habrá fallado en la confección de plantillas o dirección de sus competiciones en las dos últimas campañas, pero las dotaciones propias ya son una realidad, quedarán para siempre con una fecha de salida: el 8 de julio de 2019. Es el éxito que recibirá una ovación silenciosa porque no se refleja en la clasificación.

     

    En vísperas a ese acontecimiento, nos viene el recuerdo de no pocos episodios en Barranco Seco: inundaciones, desprendimientos, incidentes, lesiones, ... hasta Roque Olsen (qepd) dirigiendo entrenamientos en 1991-92 sentado en el vehículo de nuestro admirado Federico Páez. Pero quizá en esta fecha merece recordar unas palabras de Ángel Cappa sobre aquella instalación auxiliar que él conoció como entrenador de Las Palmas. Le acababan de comunicar su cese y entonces dijo en el alpende de Barranco Seco, improvisado como escenario de su rueda de prensa, lo siguiente:

     

    "Las Palmas es un club con mucho nombre. Ha estado en Primera muchos años, tiene su propia cantera y una gran afición. Pero miren dónde estamos (señalando Barranco Seco). Esto no corresponde a un equipo profesional de nuestra época. Hay muchas cosas que arreglar en este club si quiere progresar".

     

    Pasaron desde entonces 23 años. Ese día ha llegado.

     

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