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Opinión

  • El descenso de Las Palmas Atlético a la Tercera División es la más dura noticia de la semana, quizá del último año futbolístico en Gran Canaria. No tenemos en cuenta al afirmarlo como exclusiva la pérdida que supone para el club materno; es que con la caída del filial se pierde la puerta de salida de referencia para los futbolistas de la propia cantera amarilla, de los clubes colaboradores y, también, de muchos jugadores de Canarias. Las Palmas Atleti se había convertido en estos años en una plataforma de progreso, pasando por la semiprofesional división de bronce. Es tierra de oportunidad para nuestros jugadores en un momento de gravísima situación económica que ha tocado líneas de flotación de no pocas entidades.

    Gran Canaria no tendrá representación en Segunda B la próxima temporada, salvo repesca vía administrativa. Ese escenario apenas se ha producido en la historia (2013 fue la última referencia) porque en años de bonanza llegaron a estar competiendo en un mismo grupo hasta cuatro conjuntos de la isla y hasta siete de la provincia oriental. El último año en estas condiciones tan enriquecedoras fue 2008/09. Pero aquello conocido desapareció y los clubes que se sumergieron en la Segunda B acabaron arruinados o, incluso, desaparecidos. No citamos ejemplos para no hurgar en la herida.

    El filial era hasta este domingo una nave de oportunidad, un puente entre el Anexo y el Estadio de Gran Canaria, que se mantiene aunque ahora el grado de competitividad es inferior y el tapón de los restantes equipos de la cadena que quisieran ascender también se aprieta. Es un dolor este descenso para el fútbol canario porque los mismos equipos que están ahora en Tercera, salvo excepciones contadas a dedos, tienen infraestructura o potencial suficiente como para acceder al siguiente peldaño.

    Las lágrimas de los jugadores de Mingo Oramas las comparten también jugadores con otros colores y escudos allegados a la UD Las Palmas. El proceso formativo no se interrumpe, solo baja un peldaño; pero al club le toca ahora el análisis interno para valorar qué es lo que falló y qué o uiénes funcionaron bien. Porque un descenso no puede tampoco empañar algunos aspectos de progreso que se han experimentado en la temporada. En las siete últimas jornadas (cinco partidos de Liga y dos del play off) está la prueba del algodón.

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