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Opinión

  • Este lunes ocurrió algo excepcional. El iraní Masoud Shojeai se quedó mirando a los periodistas después de la rotación de preguntas; unió sus manos casi como gesto de inicio de un rezo y suplicó en voz alta. Pidió que la gente de la UD -los de fuera, los de dentro, los de alrededor y los amarillos de todos los rincones- se comportaran como una familia. Esa palabra la empleó varias veces porque comprende él, sin duda, que el objetivo tan ambicioso como el proyectado para esta campaña es imposible alcanzarse si el nombre inicial del club al que representa es el primero de los defraudados: Unión.

    Y nos llama la atención porque Masoud, que no es sospechoso de conocer los entresijos del sexagenario club, comprendía que los episodios tan peculiares de la pasada semana no corresponden al escenario de un equipo que está inmerso en la larga batalla del ascenso. No sabemos en realidad si el mensaje en voz alta del iraní llegará hasta las profundidades que él pretendía, porque se emite en dirección hacia donde existe una batalla ajena a lo futbolístico: la captura del ‘click' de la audiencia se superpone a la garantía crediticia, sin fisuras, de las publicaciones. "Las noticias como las del otro día", dijo, "no son la solución".

    No es la primera vez que en la UD Las Palmas a través de su historia se cuestiona el trabajo de un entrenador; ni tampoco que existan movimientos en Pío XII o en el exterior para servir en bandeja alternativas. Nada fue ajeno a lo que ya se conoce en el mundo del fútbol, en todas partes del planeta, pero el tiempo de la información real y de los sucesos reales solo lo pueden manejar los responsables de la entidad. Por eso, a nuestro juicio, mejores explicaciones de la realidad, de lo rigurosamente contrastado, las ha expresado el presidente Ramírez en su intervención posterior al día de autos. Dijo muchas cosas, pero subrayamos lo elemental:

    - La comisión deportiva pidió el cese del entrenador y lo ha argumentado en una reunión del consejo
    - Lobera nunca estuvo cesado, sí cuestionada su labor (de hecho lo sigue)
    - Las Palmas tiene que elevar consultas de posibles relevos a la vez que se producen decenas (¿) de ofrecimientos ante la eventualidad de un cambio en el banquillo
    - El club no ha manejado bien los sucesos de la pasada semana porque opiniones individuales no corresponden al ejercicio final de la entidad.

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

    Este último punto merece una reflexión interna y evaluación de responsabilidades. Todo se ha contado en tiempo y forma con la voz autorizada para hacerlo, sin especulaciones y/o interpretaciones.

    La realidad, lo que no admite discusión, es que Lobera se ha sentado en el banquillo ante el Numancia y que el proyecto navega en dirección hacia Jaén con la misma comandancia. La afición estuvo desconcertada por un fraude informativo de mayúsculas proporciones, hasta que comprobó que aquellas se desmarcaban del rigor que reclamaba este lunes el mismo Masoud. Pero igual de malo sería que la continuidad de Lobera se convierta en campo de batalla por el "yo tenía razón".

    Estas cosas tan serias hay que interpretarlas con humor. Durante toda la semana teníamos en mente una viñeta que, en nuestra infancia, habíamos visto en cierta ocasión del mítico Cho Juaá (Eduardo Millares Sall); por cierto muchas de sus escenas vigentes con tanta vitalidad hoy como entonces. Y ocurrió que el sábado en el Gran Canaria coincidimos como en otras ocasiones con la bloguera de UD Las Palmas, Malena Millares, y su esposo Bruno González, dos activistas de la causa amarilla de envidiable moral. Y quiso el momento que ellos volvieran a preguntarnos lo que tanta gente nos había trasladado durante la semana: "¿Por qué Tinta Amarilla no publicó una línea del presunto (dejémoslo ahí) relevo de Sergio Lobera y la venida de Gorosito?". La respuesta nos vino como anillo al dedo:

    - "Malena, porque preferimos no sumar audiencia de un minuto por poner en riesgo nuestra credibilidad. Nuestro lema no es: "no dejes que la realidad te estropee un buen titular". La próxima vez, cuando se produzca un cambio de un entrenador o un fichaje, el lector volverá a nuestra casa convencido de que aquí encontrará la verdad. Por eso el chiste de tu padre tenía mucha razón; sabiduría profunda y es permanente".

     

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