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Opinión

  • Paco Herrera está obligado a acudir a dar la cara, en las duras y en las maduras. Se la parte semana a semana por sus jugadores. Y a veces ha de hacerlo después de un centrifugado, como el que se ha vivido este sábado en el Estadio de Gran Canaria. Comprendemos y compartimos por completo su calentura, que no podía disimular tras lo que debió ser una victoria festiva sobre el Barcelona B. Utilizó las palabras más adecuadas pero no pudo ocultar que tras ellas había una descarga de un profesional que no comparte la manera en que sus profesionales han podido estropear el día y algo más. Aún no sabemos con exactitud cómo se valoran los tres goles encajados en ese tramo final de partido, porque no tenemos con certeza si tendrán utilidad o no en el golaverage general. Pero sean cuales sean las consecuencias, esas no son formas de un equipo profesional en una Liga profesional. No tienen justificación alguna los actores amarillos que permitieron el paso del 4-0 al 4-3, para hacer sufrir un poco más a una afición que parece no poder disfrutar de un instante de tranquilidad o de ilusión completa. Ese regalo se lo deben y nosotros estaremos aquí para recordarlo.

    Un equipo profesional debe tener en mente cada una de las cosas que ocurren a su alrededor. Como dice Del Bosque, "se ha de apasionar con su profesión y vivirla intensamente". Con el 4-0 se estaba arreglando una situación clasificatoria concreta con el Sporting de Gijón. El doble empate 1-1 en el Gran Canaria y en el Molinón deja en manos del cómputo general de goles la diferencia final en un hipotético caso de empate entre los dos equipos. Y ese dato, a expensas de lo que pueda pasar en las fechas finales, es muy relevante en estos momentos. No nos podíamos imaginar la cara de Abelardo Fernández cuando, en el minuto 76, veía a través de la televisión el 4-0 que Las Palmas le endosaba al Barça B. Por su cabeza pasaría un 'tierra trágame' porque quedaban minutos para seguir engordando una ventaja que, quizá, pueda ser determinante o influyente en la entrega de notas.

    Pero los síntomas que se habían apreciado en algunas actitudes de los amarillos a lo largo del partido no eran casuales. ¿Problema de entrenador?. ¿Acaso dijo a sus jugadores que utilizaran la rabona, el taconazo o el exceso de regates para terminar sus jugadas?, ¿acaso Paco Herrera les dijo que bajaran los brazos y se tranquilizaran porque estaba todo hecho?. Un equipo profesional ha de saber que los partidos duran lo que duran y que a todos los rivales se les han de respetar por igual. "Nos ha faltado humildad" exclamó apenado el entrenador en su rueda de prensa. Y tanto. Las Palmas no puede permitirse extra alguno en la competición; no tiene derecho a ello. Su afición ya ha sufrido muchísimo, a extremos inimaginables la pasada temporada, con un castigo de leyenda. Tiene en su mano la posibilidad de alcanzar el objetivo, porque depende de sí misma. Es así porque solo vivirá de lo que haga en la promoción para lograr el objetivo, sin depender de resultados de terceros. Esa es una de las ventajas del play off. Pero lo que no puede perseverar es esta bajada de tensión de uno, diez o treinta segundos. Esa penalización se la otorgamos en exclusiva en el debe de los jugadores y sólo ellos son los que pueden remediarlo o reventarlo. No es admisible que siempre las miradas apunten al banquillo. Señores futbolistas, con lo que se está jugando Las Palmas: apunten, disparen y no hagan prisioneros. Esto es fútbol profesional y hay mucho en juego.

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