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Opinión

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    Salvando las distancias, el inicio como profesional de la UD Las Palmas de Jean Drolé nos recuerda al reciente paso del franco-congoleño Thievy Bifouma. Aunque sólo en algunos aspectos, porque el jugador cedido en 2012-13 por el Espanyol llegó a la isla con más conocimientos sobre la Segunda División y algunas hechuras futbolísticas más rodadas que Drolé.

     

    Ambos tienen algo en común: La explosividad y velocidad vertical unidas a una última decisión aleatoria. Si la UD Las Palmas logra que Drolé acabe con un rendimiento similar al de Thievy (44 partidos, 11 goles y 9 asistencias) habrá hecho una apuesta correcta con un jornalero de la vida como es el africano.

     

    Hay que aplaudir la valentía del marfileño que, como bien ha dicho Pepe Mel, cada vez que "coge el balón puede pasar algo". Porque Drolé con espacios para correr está demostrando tener una punta de velocidad (con o sin balón) por encima a la media de los zagueros de la Segunda A española.

     

    También hay que subrayar de manera previa que el futbolista recién llegado desde el fútbol turco está en fase de conocimiento de los campos y rivales españoles. E, incluso, su propia manera de actuar es una invitación a modificar conceptos en la UD Las Palmas. Porque un buen pase en profundidad tras la defensa rival es una propuesta de aventura para él y despliegue para el propio equipo. Drolé no deja de correr por más complicado que parezca el empeño.

     

    Dosificar su energía es un reto para Pepe Mel. O, mejor, convertir esa velocidad y atrevimiento en algo positivo para el equipo.

     

    Drolé volvió a encontrar este jueves caminos hacia el área rival. Desde que comenzó el partido contra el Sporting intentaba algo para sí mismo o para sus compañeros. Los primeros movimientos de sus jugadas eran sugerentes. Pero su debe general es la última decisión, lo más difícil de todo en su estilo. Esta vez acertó ninguna.

     

    Un futbolista de sus características, que además muestra en el campo un grado de excitación por encima de la media, es muy aprovechable. Pedri es posiblemente el primero que ha descubierto a Drolé pues el tinerfeño no duda en colocar los balones para ver esa zancada tan especial del marfileño. Ya le ha emitido varios camino del gol.

     

    A Thievy le pasaba algo similar cuando Sergio Lobera exprimió sus recursos, rodeado entonces de otro modelo de equipo. Y a medida que avanzaba aquel campeonato, el Espanyol se percató de que su joven valor había explotado futbolísticamente en la isla (cosa distinta fue el curso de su carrera tras la cesión de amarillo).

     

    Drolé es una apuesta que va despejando incógnitas y que aún sigue siendo capaz de sorprender. Iván Ania -técnico del Racing- fue el primero en advertir que no lo tuvo en cuenta en sus planteamientos de partido en el Gran Canaria. Eso ya no ocurre desde entonces.

     

    Porque el día que sea capaz de combinar sus virtudes atléticas y técnicas con una buena decisión final, su destino debe estar muy lejos de una Segunda División. El reto para Mel y sus compañeros es que un pura sangre así riegue de alegría su camino en Gran Canaria. Jugando con ese compromiso cada semana, pronto conquistará la siempre exigente opinión de la grada amarilla. Si es que no lo ha logrado ya.

     

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