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Opinión

  • Los técnicos rivales, como en el caso más reciente Abelardo Fernández, no titubean al hablar sobre la plantilla que ha logrado confeccionar la UD Las Palmas, sobre sus cualidades y el por qué está instalada en la zona de honor de la Liga2 española. Pero pasan de largo, sin fijarse o querer hacerlo, el mencionar desde dónde brota ese conjunto, sobre la osadía del propio club grancanario a dar proyección a jugadores cuyos nombres no estaban en el mercado y sí se ejercitaban a unos metros de la grada Naciente del Estadio de Gran Canaria.

     

    La UD Las Palmas es el candidato diferente a la Segunda División. Nos da la impresión de que un puñado de argumentos de la complicidad de los aficionados grancanarios con su equipo está precisamente cimentado en esa conexión con la cantera, con un estilo de entender este juego. Porque hay aficiones que se apegan a un equipo cuando éste funciona y hay otras, entre las que podríamos incluir a las del Athletic Club o la UD Las Palmas, que son aficionados leales a un proyecto o escudo más que a un grupo de jugadores. Eso podría explicar por qué apenas 4.000 personas acudieron este domingo a celebrar en el Heliodoro el triste episodio final de un centenario que se acabó tiñendo por el amarillo del Brondby. Curioso destino.

     

    Cuando ya se está llegando al ecuador de la competición, con el simbólico título de invierno cerca de resolverse, al vestuario de la UD Las Palmas le toca administrar la colección de elogios que no acaban de producirse. Y más, tras sus últimas actuaciones.

     

    El más llamativo es precisamente el del propio Abelardo Fernández, que ha elevado a extraordinarios a los dos centrales titulares del conjunto grancanario: Eric Curbelo y Saúl Coco. Lo dice un entrenador que fue precisamente un central de primer nivel internacional, tanto en su etapa con el FC Barcelona como con la selección española. Y no dejó atrás en sus comentarios a la labor de los dos laterales amarillos, que cortaron las alas a los extremos del Sporting.

     

    A todos esos futbolistas que nombró tras el partido del sábado en El Molinón no los encontró la UD Las Palmas en el mercado de jugadores, pagando traspasos por ellos. Sino apostando con determinación por ellos. De esa labor podría hablarse de lo realizado por Pepe Mel, dando alternativas a todos ellos en su etapa, aunque definitivamente García Pimienta ha dado con la tecla especialmente en los rendimientos de Álex Suárez y del propio Saúl Coco.

     

    En esa oleada de alabanzas tras el 0-1 ante el Sporting también se unió el propio entrenador amarillo, que se fijó en el titularísimo Fabio González; otro producto del Anexo y de los captadores y formadores dirigidos por Tonono Rodríguez.

     

    La combinación de jugadores de casa comprometidos y refuerzos que equilibren carencias fue siempre la mejor solución de los proyectos de la UD Las Palmas. El actual tiene todavía mucho que demostrar, por recorrer. Pero verlo primero tras casi media Liga, que sea el mejor visitante de la Liga (16 puntos), que ya sume 11 partidos con portería a cero, que sea el segundo máximo goleador y el segundo menos goleado, … nada es casualidad y los elogios no llegaron por azar desde otro planeta.

     

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