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Opinión

  • 24 de los 28 futbolistas que participaron este pasado fin de semana con la elástica amarilla en el Estadio de Gran Canaria (frente al Sabadell) y en Santa María de Lezama (contra el Bilbao Athletic) eran canarios. Los cuatro foráneos que jugaron lo hicieron todos a las órdenes de Sergio Lobera: Barbosa, Masoud, Aranda y Mayor. En ambos escenarios el fútbol desarrollado por ambas escuadras fue reconocido por los aficionados que asistieron a ver los partidos; gestos de regocijo cuando tantas cosas están en camino en el último tercio de la temporada. En el Estadio, fiesta en las gradas mientras se fabricaba el 5-0; en Bilbao, felicitaciones por el juego de los canaritos frente a los cachorros, a los que dejaron con el susto en el cuerpo. Ello habla de la salud de los equipos de Lobera y Afonso y de las espadas en alto para la batalla final.

    Que la UD Las Palmas tiene un proyecto cimentado, apuntalado y desarrollado en base a su cantera es un hecho innegociable a estas alturas. Ese es un éxito para sus gestores, que lo subrayamos en rojo cuando además sus dos primeros equipos están inmersos en empresas de altura en la recta final de sus respectivas campañas. El proceso de alcance de los objetivos para un club de cantera siempre tiende a ser más largo con respecto a aquellos que, con el talón, pueden recoger frutos maduros ajenos y conjuntarlos en pos de misiones similares. En días como el de hoy, al observar la clasificación, el trabajo invisible de tantos profesionales se hace visible, por la higiene que presentan los equipos, el juego propuesto y los resultados obtenidos.

    Las Palmas, aún con sus limitaciones presupuestarias y estructuras heredadas, apesta a cantera por todas partes. Lo ocurrido en las últimas jornadas es como para despertar la ilusión en una Liga con tantas alternativas donde las candidaturas son inciertas. La herramienta de la cantera no sólo está presente en la idea de refuerzos estrellas que han regresado para luchar por un escudo; es también el recurso que se usa desde las profundidades de la plantilla. Leo, Asdrúbal, Tana y Héctor, que la pasada temporada jugaban en Tercera y Primera Regional, son ahora la nueva avanzadilla en un equipo en el que se hacen un hueco con todos los honores. La conquista o no de un ascenso no puede condicionar el reconocimiento de una idea que lleva en práctica cuatro temporadas y que no deja de aportar alegrías.

    Apesta a cantera, sí; y el aroma es encantador.

     

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