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Opinión

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    Alrededor de Jesé Rodríguez hay un ruido ensordecedor. No es asunto nuevo; viene ocurriendo desde que despuntó en categorías inferiores y escaló para llegar a una plantilla campeona continental.


    Alrededor de Jesé Rodríguez, un día después de que se anunciara su regreso a la UD Las Palmas, se ha acentuado ese ruido. Una colección de mentiras le podrían impedir que analice su auténtica realidad. Falsedades que van desde el augurio de una hecatombe personal en su vuelta a Las Palmas hasta los pronósticos de que la Segunda División va a reventarse en los meses finales con su concurso. Un extremo y el otro pueden hacerle no ver su verdad actual.


    Porque a día de hoy (2 de febrero de 2021), a sus 27 hermosos años, el Jesé original que partió ilusionado desde el Huracán debería ser uno de los jugadores más importantes de la Liga española e, incluso, uno de los líderes de la Roja absoluta. Iba para ello pero, a estas alturas de su carrera profesional, esa propuesta quedó en nada. Aunque siempre habría que añadir: De momento.


    Hablar de Jesé como futbolista, mirando todo su potencial deportivo, es sumamente fácil. Pero ese jugador no pudo saborearlo la afición de la UD Las Palmas cuando apareció de amarillo en la anterior etapa. Narrar la vida paralela de Jesé, posiblemente la que le ha podido condicionar parte de su rendimiento en los terrenos de juego, es algo que a nosotros no nos interesa. Nos fijamos en el refuerzo de invierno que ha reventado el último día de mercado y que ahora preocupa a los cuerpos técnicos rivales porque un potencial delantero diferente llevará hasta junio el escudo de la UD Las Palmas.


    Jesé es de esas personas que ya deben estar acostumbradas a recibir palmaditas de cuantos se le acercan. Ocurría desde niño, cuando iba con sus compañeros a los ya desaparecidos campos de La Ballena. Ese entorno no lo ha podido superar. Pero, sin duda, en los últimos años no ha logrado encontrar a una persona que le puede llevar el mensaje correcto y rescatar desde su interior ese fútbol tan extraordinario que lo llevó a estar todas las portadas del deporte mundial. Hacerlo en L'Equipe no está al alcance de todos. Y menos para un canario. ¿Cuántos lo han logrado?.


    Y ahí es donde entran de forma directa ahora en su escena dos personas que dan la oportunidad de su vida a Jesé, arropándolo con el cariño que no va a encontrar fuera de su propio hogar familiar. De una parte el presidente Miguel Angel Ramírez: un sempiterno empresario atrevido, un emprendedor y un creyente en la esperanza. Todo comenzó con Trashorras, rescatado de las profundidades del fútbol oscuro. Y gestos como éste, ofreciendo reválidas a jugadores en el sentido descendente de la curva, son ya una colección que ahora escoge a Jesé. Y, por qué no, también a Rafa Mujica con otros condicionantes.


    La otra persona que comprenderá de lleno a Jesé es el entrenador Pepe Mel. Porque la trayectoria de ambos como canteranos del Real Madrid de gran proyección que debieron buscar la aventura en otros destinos tiene un punto en común. Aunque la de Mel fue una carrera distinta por sus propias connotaciones personales.

     


    Son los dos líderes de un proyecto que lo va a recibir con los brazos abiertos, como ocurrió hace cinco temporadas cuando en su presentación la afición de la UD Las Palmas llenó la tribuna como hicieron los días de Valerón y KP Boateng.


    Todo ello ha de tenerlo presente Jesé para que estos seis meses sean los de su nuevo Cabo Cañaveral futbolístico.

     


    No sabemos cuál es el mensaje de cabecera de Jesé, con el que se levanta todos los días. Si para el periodista ha de ser la búsqueda de la verdad, para el jugador ... la búsqueda de la felicidad. Y su fiel pareja, la que siempre le hizo soñar y sonreír, fue el balón. A ese amor ya no le puede fallar porque todavía puede estar por llegar lo mejor de un deportista que no hace mucho fue un futbolista extraordinario.

     

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