Opinión

Paco y el pegamento del proyecto

Manuel Borrego

Paco Herrera ha entrado de nuevo por la puerta de la UD Las Palmas con un puñado de mensajes claros, intentando hacer en 2018 lo que ya logró en el verano de 2014: unir. Viene con pegamento desde Grecia, porque pasando el tiempo es el mismo Herrera que abandonó la isla como héroe de un ascenso tantas veces soñado.

Su posición inicial es muy clara: Si había futbolistas extraviados después de catorce jornadas de una administración de plantilla que no acabó por definirse, este martes salen a la arena con una dosis alta de confianza en sus cabezas transmitidas por el nuevo jefe. Herrera les dijo claramente que no necesita refuerzos y que tienen tanto potencial que podrían admitirse con ellos distintos estilos y modelos.

Pero hay más. Su asistente con vocación de primer entrenador, Angel Rodríguez, tiene toda la información extra que necesita. No sólo de lo que sabe del primer equipo, sino de los rincones del filial y de las cualidades de los que vienen intentando derribar la puerta. El regreso de Herrera, bien llevado, puede convertirse en un aire fresco en cadena en toda la casa.

Después de esas palabras, sin dudas sinceras porque es un técnico que no saca sus mensajes desde el corazón, transmitió a los aficionados sus sensaciones desde el exterior. Le extraña ver tanto vacío en las gradas, pero les recuerda el papel que jugaron con él cuando el equipo de 2014 necesitaba el impulso, quizá más cuando se produjo el traspié de La Romareda.

La relación entre Herrera y el abonado o hincha de la UD ha sido la más directa de la última década en la isla. Tiene ese don que, sin duda, no mostró Jiménez en sus meses de amarillo. Al contrario, sus llamadas semana a semana no tenían la respuesta requerida.

Hubo más mensajes en esa primera intervención del nuevo técnico. Pero el que espera tener un inmediato impacto es el que envió a quienes han apostado de nuevo por su saber estar. "Veremos pronto a una UD reconocible", prometió.

Ni él, desde la distancia, entendía el modelo y el devenir de un equipo tan potente como el que se ha confeccionado esta temporada. El diagnóstico que ha realizado a su llegada es el correcto pero tiene un trabajo muy difícil por delante, porque ahora habrá que descubrir si el daño causado en las catorce jornadas iniciales, dejando tantos puntos en el camino y generándose tantas dudas, es irreparable. Al menos para el ascenso directo.

Lo que ha logrado pronto Paco Herrera es cambiar el aroma perimetral del equipo. Su voz rasgada y la manera tan sincera de explicarse han hecho que ya, al menos, el banquillo de la UD ya vuelva a ser reconocible.