EL DANDY DEL PARTIDO

Los recambios del banquillo se hicieron visibles
Manuel Borrego
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22/10/2024
El abrazo de McBurnie con Moleiro y Javi Muñoz (UDLP.es)

Un partido con tanto argumento en las dos áreas solo puede ser comprendido por el resultado final. Eso es lo que fue a buscar la UD Las Palmas a Mestalla: Una victoria que accione el mecanismo de la autoestima individual y grupal.

 

El dandy del partido ante el Valencia, que ha roto la maldición de los ocho meses, podría tener varios nombres. Uno de ellos es el portero Jasper Cillessenen su regreso a la Liga tras dos jornadas. Se le atribuyen en su labor del lunes 5 salvadas (paradas) y 28 intervenciones anulando acciones de ataque rival. Algunas de sus apariciones fueron realmente escalofriantes, como las realizadas a disparos de Correia, Pepelu o el mano a mano frente a Javi Guerra para evitar el 2-2. Esa jugada fue antesala del 1-3.

 

Hay que reconocer que en los tres puntos que han viajado hasta Gran Canaria está la firma del guardameta neerlandés, tan importante como las de Alex Muñoz, Silva o Moleiro.

 

Pero uno de los aspectos que subrayamos en este primer triunfo oficial de la temporada fue la voluntad de ánimo y el compromiso de todos los integrantes del banquillo. Vivieron el encuentro como había pedido el nuevo entrenador, en la víspera. Especialmente se les vio animando en los momentos de adversidad y festejando todos la victoria, como si la hubiesen sudado en el terreno de juego.

 

El tramo final de la jornada fue muy comprometido, con el Valencia apretando con uno menos. Juanma Herzog, Benito, Javi Muñoz, Marc Cardona y McBurnie, que fueron las piezas de recambio elegidas, abordaron el encuentro con la misma intensidad que sus compañeros para apuntalar un choque que había quedado encarrilado cuando Fabio Silva colocaba el 1-2. El compromiso de los invisibles se dejó notar, con la guinda de la excelente asistencia del escocés McBurnie en el tanto de Moleiro.

 

Porque si de remontar se trata, esto no es cuestión de once ni flor de un día. Habrá mucho remar para abandonar este auténtico atolladero. El triunfo en Valencia, de esos que se recordarán durante mucho tiempo, es solo la primera brazada.

 

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