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Gran Canaria tocó el cielo de Europa hace 25 años

El CB Islas Canarias (Sandra) celebra este 1 de abril las bodas de plata del primer título internacional, logrado en un abarrotado y apasionado Centro Insular de Deportes

  • GENTE CON DUENDE
  • 01/04/2024 - 05:56
Gran Canaria tocó el cielo de Europa hace 25 años Domingo Díaz y Begoña Santana posan 25 años después con el trofeo de 1999 correspondiente a la Copa Ronchetti (C. Torres)

Manuel Borrego

 

El día de gloria del 1 de abril de 2024 está reservado para las heroínas que conquistaron el primer título continental del deporte de Gran Canaria, de nuestro Archipiélago en realidad. El CB Islas Canarias está en celebraciones tal día como hoy de sus bodas de plata, los 25 años desde que llevó a sus vitrinas la Copa Liliana Ronchetti de baloncesto femenino. Ese torneo, en una final disputada a doble partido, es como el equivalente a la antigua Copa de la UEFA de fútbol, incluso desarrollado con la misma fórmula de competición.

 

El modesto equipo grancanario representa la esencia del deporte insular. Plagado de jugadoras formadas en su propia escuela, nacidas casi en su totalidad en la isla, llevó a Gran Canaria a “tocar el cielo” en unos días gloriosos que tuvieron su culminación el Jueves Santo del 1 de abril de 1999.

 

Ese día, las jugadoras dirigidas por Domingo Díaz y su fiel compañera Begoña Santana, lograron abarrotar las gradas del Centro Insular de Deportes en un ambiente festivo, eufórico, que acabó en remontada y hazaña ante el poderoso conjunto israelí Lachen Ramat Hasharon. Necesitaban las isleñas superar una desventaja de siete puntos y finalmente, en un partido de poder a poder, se fraguó la victoria 64-54 que dejó el trofeo para siempre en la isla.

 

No caerán en el olvido los componentes de aquel equipo tan canario e identitario de su tierra, respaldado con las dos jugadoras estadounidenses que no tuvieron problemas en rendir como gregarias del proyecto: Jessi Hicks y Tarshia Bronner. Junto a ellas, Lourdes Peláez, Paloma Moriana, Lidia Mirchandani, Rosi Sánchez, Elena Álamo, Asunción Gamón -gran actuación la suya en los choques decisivos-, Elena Martínez, Tania Quintero y la gran capitana, Patricia Urquijo.

La mayoría de las jugadoras emergieron en las canchas municipales Rodríguez Monroy, llevadas de la mano por el propio Mingo Díaz hasta lo más alto del concierto nacional. Y algunas, con presencia en la selección.

 

25 años después, Mingo considera aquel momento como “el más emotivo y brillante que he vivido en el deporte. Cuando ganamos la final estábamos como flotando en el aire, tocando el cielo. La gente nos animó en ese partido decisivo convencida de que el equipo podía ganar el título. Y las jugadoras no hicieron sino seguir el ritmo de los acontecimientos, viviendo minuto a minuto la final ante un extraordinario rival. No nos fuimos un solo instante, compitiendo al más alto nivel”.

 

"Me dieron un consejo antes de la final: Ralentizar el ritmo. No se les ocurra correr con el equipo israelí"

 

El entrenador recuerda un hecho que resultó determinante a nivel táctico. “Habíamos realizado algunas consultas para conocer cuál era el espíritu de juego y el modelo de baloncesto de nuestro rival. Los informes eran buenos, pero recibí una llamada concreta desde Israel que me ofreció un consejo determinante. Me dijo: No se les ocurra correr frente al Lachen, porque entonces el partido será del equipo israelí”.

 

Mingo Díaz admite que “nosotros éramos un buen equipo al contragolpe, pero ellas eran mejores. Ese consejo que me habían ofrecido se lo transmití a las jugadoras antes del partido en Israel. Queríamos que el juego fuera lento, con ataques posicionales y sin carreras. Mientras lo hicimos, todo iba sobre ruedas. Pero en un momento dado nos olvidamos allí y ocurrió lo que me habían pronosticado. Ellas se fueron en el marcador 20 puntos (73-53 a falta de cinco minutos) y por momentos la situación se puso muy cuesta arriba”.

 

Pero el Sandra -cariñoso nombre que todavía identifica más a aquel grupo competidor- supo reaccionar y acabó la primera cita de la Ronchetti con un 79-72 en contra.

 

Había que resolver el segundo episodio de la final, el del célebre 1 de abril. “La policía decidió cerrar las puertas de acceso al pabellón porque desde más de una hora antes del encuentro las gradas del Centro Insular de Deportes ya estaban abarrotadas”, recuerda Begoña Santana con el dardo en su memoria. “Nunca habíamos visto en España y en un partido de baloncesto femenino un ambiente tan poderoso en favor de un equipo, con las cinco mil personas entregadas con las jugadoras de su tierra. Desde el vestuario escuchábamos el bullicio y ya sabíamos que íbamos a estar bien arropadas en la última batalla por el título”.

 

Esta última afirmación la comparte Domingo Díaz, que desde su mando técnico comprobó en el segundo partido que las jugadoras habían aprendido bien el guión de la final. “Nos salió el encuentro que esperábamos. El juego se desarrolló al ritmo que nosotros queríamos. No puedo destacar a una jugadora en concreto, porque todas se metieron en la piel de la final y pelearon cada minuto, cada jugada”.

No deja de reconocer el técnico el gran valor de las dos jugadoras americanas y de la también pivote Asunción Gamón. “Se metieron debajo del tablero a disputar todos los balones. Ganaron muchas posesiones y desarmaron el poder interior del equipo rival. Tanto Jessi Hicks como Tarshia Bronner se exprimieron, muy metidas en el juego hasta el último segundo. Cuando acabó el partido, aquella explosión de júbilo fue inenarrable”.

 

“Sí, tocamos cielo. Estábamos flotando. Durante muchos años de lucha y de algunos sinsabores también nuestro club estaba en lo más alto”, recuerda Begoña. “Nos hemos acostumbrado a ganar títulos nacionales en distintas categorías, pero aquella Copa Liliana Ronchetti fue mucho más. Lo hicimos y Gran Canaria a nuestro lado disfrutó como nunca”.

 

Un cuarto de siglo más tarde ese luminoso trofeo tiene un sitio de honor en las vitrinas de un club que fue el primer en hacer historia y que, pese a las dificultades diarias, mantiene firme el estandarte de Gran Canaria.

 

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