Las Palmas cambia el chip desde la segunda parte de La Romareda

Minuto 46 del partido en el estadio maño de La Romareda. Los jugadores de la UD Las Palmas regresaban al terreno de juego con otras señales en sus rostros. Habían tenido una reunión en vestuario después de la preocupante primera parte frente al Zaragoza, donde caos rebrotó en el ambiente insular: Desborde del rival, ocasiones ante el portero Raúl Fernández, un gol y la sensación de una evidente fragilidad ponían patas arriba la propuesta isleña.

Todo aquello quedó atrás en apenas unos segundos y Las Palmas regresó al campo con otro sistema, otro aire y un modelo de juego que es el propuesto para la plantilla que se ha confeccionado en torno a la batuta de Manolo Jiménez.

El choque de Zaragoza acabó en empate, aunque en él creció la sensación de que había mucho más en el juego de los amarillos. La confirmación llegó seis días después con la goleada y la exhibición futbolística realizada frente al Gimnástic de Tarragona, que acabó en el Estadio de Gran Canaria casi como juguete roto en manos de un equipo que no quería tener fronteras en su fútbol y en la ambición.

Las Palmas tiene tras la cuarta jornada otro aspecto al de las primeras jornadas en las que se mostró con titubeos, aún cuando el técnico andaluz tiene que recuperar efectivos importantes para su esquema de ataque. El equipo amarillo ya ha olvidado la depresión que duró año y medio atrás y se transforma en un candidato al ascenso, con un pichichi Rubén Castro que ha firmado en cuatro jornadas su mejor entrada en la Liga desde que llegó a ser profesional en 2009-10.

El ariete apunta alto para lograr el tercer trofeo Pichichi de Segunda División en su carrera profesional: uno logrado con Las Palmas, su club desde la infancia, y otro con el Betis, el equipo que más le ha disfrutado.

Con los goles de Rubén y con los que aporten los restantes integrantes de la ‘troupe' amarilla, las posibilidades y la valoración de Las Palmas pueden crecer en casas de apuestas como 888Sport.

Pero el equipo ha de cuidar sus espaldas en una Liga de Segunda División que promete convertirse en una amplia batalla de 42 jornadas. La afición isleña también tiene mucho que decir. 19.000 abonados en escena y un colorido que irá creciendo según avance el calendario y sus jugadores sigan respondiendo al guión que se le puede haber previsto, tal como andan las cosas.

Las Palmas ha cambiado; el monstruo ha despertado. Todo empieza por la ruptura de la partitura de las últimas temporadas. 19 caras nuevas en la nómina profesional del equipo, un abanico de opciones diversas en el grupo, el viento fresco de un nuevo entrenador y la moral que, con los goles del inagotable Rubén, en poco tiempo podrá estar a la altura de las expectativas.