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Boubacar Soumah, un polizón rumbo a la vida

El luchador guineano del Almogarén viajó hasta Dakar oculto en un maletero y a Canarias escondido en un barco: "sueño ser profesional, como Juan"

  • GENTE CON DUENDE
  • 08/10/2013 - 20:37

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Manuel Borrego

Boubacar Soumah (Conakry Gbjesia, 5 de octubre de 1995) es hasta ahora un luchador que pasa de puntillas por los terreros de Gran Canaria. Hace doce meses se inició en el deporte de los canarios, como uno más del CL Almogarén. Él es de Guinea Conakry, compatriota del ex jugador de la UD Las Palmas Souleymane Oulare "que fue un deportista muy famoso en mi país", comenta con ojos abiertos cuando iniciamos la entrevista para Tinta Amarilla. Este reportaje ha debido esperar un año porque Buba, como le conocen sus compañeros de brega, se hizo adulto este sábado 5 de octubre al cumplir en la isla los 18. Su historia, aún en las páginas iniciales, es el relato de un hombre que busca una oportunidad y que ha encontrado un camino luminoso a través del deporte. Lleva ya dos años en Gran Canaria luego de tomar una decisión que le ha alejado de sus padres y hermanas, de vivir sus propias penalidades para definir una idea con la que sueña: "Quiero ser luchador profesional, como Juan. Trabajaré duro para lograrlo".

Así nos cuenta el joven guineano cómo, tras meterse en la mar para llegar a tierra canaria, se convirtió en uno de los nuestros.

"Papá, soy Buba; estoy en España"

Al otro lado del teléfono alguien pregunta quién llama: "Soy Buba, papá. Estoy en España, estoy bien". Había transcurrido un año desde que el chico partió desde la capital de Guinea Conakry rumbo a Europa. "Mi padre (ingeniero agrónomo) se echó a llorar al escucharme, no sabía nada de mí durante ese tiempo. Fue muy duro para él pero yo tenía que ocultar dónde estaba para poder lograr mi objetivo. Ha sido complicado llegar hasta aquí y él siempre está muy preocupado por mí".

Mil cien kilómetros en un maletero

Un amigo personal había logrado antes la aventura por la que soñaba Buba. Lo hizo hasta Costa Rica y, al regresar al país, le había explicado cuáles eran los pasos a seguir hasta encontrar el medio para viajar a un punto de Europa. Boubacar y su amigo David Richard Haba tomaron la decisión y recorrieron el primer tramo por tierra; más de 1.100 kilómetros por carretera ocultos en el maletero de un vehículo que les llevaría hasta Dakar, la capital de Senegal. "Fue un viaje muy duro. No teníamos mucho dinero", confiesa, "y el sitio que nos asignaron fue en el espacio de carga de un Toyota 505. Fueron dos días muy malos, incómodos, apenas paramos para estirar las piernas. El camino era irregular. Pero logramos pasar la frontera, con los controles rigurosos que penalizaban muy duro si nos encontraban, para llegar luego al primer destino".

En Senegal comprendió que la salida iba a ser más compleja de lo que le habían comentado. "Estuve un año esperando la oportunidad para venir a España. Teníamos que ganar dinero también. Primero trabajé en un restaurante, como freganchín. Más tarde lo hice con mi amigo en el muelle, para la descarga. Trabajábamos de noche y descansábamos pocas horas de día. Intenté quince veces salir escondido en algún barco, y quince veces me descubrieron. Parecía imposible pero no perdimos la esperanza".

Cuatro polizones en el bote salvavidas

En realidad, era ese espíritu luchador el que residía en él. "Salimos de Guinea pensando que el país estaba mal, pero Senegal estaba peor. Ayudábamos con lo que ganábamos a la gente que nos pedía" ... hasta que por fin, Buba, su amigo David y dos personas más lograron zarpar como polizones en un carguero de fosfatos cuya bandera ya no recuerda. "Los cuatro subimos al barco con tanta fortuna que nos instalamos en unos de los botes salvavidas sin que nadie se diera cuenta. Encontramos allí agua y galletas, que estaban preparadas para el caso de una emergencia. Durante seis días de navegación nos encontrábamos ocultos, sin que nadie se percatara de nuestra presencia".

Sin embargo Boubacar se llevó un susto en plena travesía. "El barco se movía muchísimo, de un lado a otro. Había salido del escondite a buscar algo que comer. Y entonces resbalé, caí y me pude ir a la mar si no es por la barandilla de cubierta. Fue un susto muy grande porque me sentía muy mareado por el movimiento. Aún lo pienso y me dan escalofríos".

Tras esa semana y justo cuando llegaban a la bahía de la capital grancanaria fueron descubiertos. "Tuvimos la gran fortuna de llegar a Gran Canaria. Desde el primer momento nos sentimos muy arropados. Y fue así cuando decidí por fin decir a mis padres dónde me encontraba, tras un año en silencio. Mi padre nunca supo que había partido hacia España; mi madre sí lo sabía, pero no dijo nada". Terminaba el duro trayecto, empezaba una nueva vida entre isleños.

Imitador de Michael Jackson

Buba es atlético. El deporte corre por sus venas y la actividad física siempre fue una de sus pasiones. Se preparaba para algo importante. "Cuando era niño, durante ocho años, me especialicé en imitar a Michael Jackson. Su música me encanta. Nueve amigos formamos el grupo Black Usher en Guinea Conakry y cinco realizábamos el espectáculo de los Jackson Five. Yo era Michael, lo hago muy bien. Nos pagaban en las fiestas por la imitación y luego la gente nos tiraba dinero. Si reuníamos cincuenta euros para cada uno era una fortuna".

Su pasión por el deporte se dirigió hacia el boxeo. "En mi país televisaban en especial los combates de Myke Tyson. Los ponían muchas veces. Los veía y siempre fue algo que tuve en la cabeza. Cuando llegué a Gran Canaria pedí a mis educadores boxear, pero me dieron como alternativa la lucha canaria. No la conocía pero desde el primer día me impactó, me gustó muchísimo. Mi primer compañero fue Crister Castaño, que fue también el primero que me lanzó a la arena. Me dolió muchísimo la caída pero, aún así, me gustó la sensación de luchar".

Cuando Boubacar habla del deporte vernáculo de las islas tiene una referencia. "Juan Espino es el luchador que más me gusta. Aún no conozco muy bien a los restantes bregadores, pero Juan es especial. Me encanta como persona y también sus mañas en la arena. ¿Mi especialidad?. Tengo que mejorar la burra y la pardelera", apunta siempre con su sonrisa contagiosa. "Estoy contento porque la gente de Almogarén me ha tratado muy bien desde el primer día. Me enseñan". Hasta el punto de que también Buba aprendió la letra de la ranchera El Rey, la que cantan los valsequilleros en vestuarios ante de cada una de las luchadas. "Espero esta temporada participar más".


La fractura de peroné

Porque entre las vivencias de Buba en el deporte isleño ya conoce una lesión: fractura de peroné sufrida en un encuentro frente al Agüimes. "Mi padre no sabe nada de lucha canaria y, cuando le dije que la practicaba me repetía que era muy peligrosa. No es así, por supuesto. El día de mi lesión tuve un mal augurio". Ocurrió en un lance fortuito con Jonathan Calderín, del Unión Agüimes, un luchador que doblega en dimensiones al guineano. "Primero le tocó a Kevin Hernández, mi compañero, y pensé que ese rival no me convenía. Entonces mi mandador, Julián Bolaños, me dijo que saliera. Y en cinco segundos caí mal. Aprendí también. Ahora estoy totalmente recuperado y he mejorado algunos aspectos de mi físico".

 

A la derecha, el primer día que pisó un terrero, septiembre de 2012, con el Almogarén (C. Torres)

Boubacar competirá esta temporada como juvenil (se proclamó en la pasada subcampeón insular con el Almogarén) y es posible que tenga cabida en el equipo senior, como miembro de la cola del Almogarén. "Está muy bonita la Liga este año con nueve equipos. Espero participar, aunque me queda mucho que aprender todavía. No tengo prisas. Mi sueño es algún día ser luchador profesional, como Juan. Confío mucho en él, es una persona que vale la pena. Trabajaré duro para lograr ser como él", repite.

Se ha integrado totalmente en la sociedad grancanaria. "He ido al fútbol, soy de la Unión Deportiva por supuesto. Mi ídolo es Jonathan Viera, su estilo es muy personal. Ya no está; ahora voto por Barbosa". Está realizando un curso de carpintería de madera en busca de una profesión alternativa. Habla francés y español y, además, "quiero aprender también inglés". Tiene Buba unas ganas inmensas de vivir y también de compartir. Tras el deporte y el día a día, vive en el Islam porque "tengo fe en Dios; estamos aquí porque existe algo más" mientras fabrica su propio porvenir con determinación. "Volveré a mi país, pero antes tengo muchas cosas que hacer aquí. Tengo que labrar mi futuro".

Boubacar (Aboubacar en su país natal), ahora como adulto, se pone la ropa de brega para hacer frente a la vida.

Boubacar, con otros destacados juveniles del Almogarén: Paco Hernández, David Hernández, Crister Castaño y Kevin Hernández (C. Torres)

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