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Opinión

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    En junio de 1992 coincidió la reconversión del club en Sociedad Anónima Deportiva con el descenso, por primera vez en su historia, a la Segunda División B del fútbol español. Fue un duro golpe e hizo que se pensara, en más de una ocasión, que la Unión Deportiva Las Palmas, aquella que había surgido de la unión de los cinco clubes grancanarios en 1949, desapareciera. Fueron muchas las incidencias que originaron aquella crisis y que se solventaron gracias a la intervención del Cabildo de Gran Canaria, que tomó las riendas del club y se puso al frente de un proyecto que era salvar a la entidad. Comenzaba así una travesía difícil.

     

    Como primera medida se sustituyó a la junta directiva que presidida por Gonzalo Medina había resultado ganadora en las últimas elecciones. Luis Sicilia, su posible rival en el proceso electoral (retiró la candidatura), fue designado para presidir al club y luego para encabezar el consejo de administración, con el juez Gómez Cáceres de vicepresidente. El Cabildo aportó, a través de la empresa Sialsa, más del cincuenta por ciento del capital que exigía el gobierno del club. El resto, aportaciones personales y un impulso de la masa social grancanaria: 20.000 personas participaron en la primera cobertura del capital social. Y la Unión Deportiva Las Palmas no desapareció. Fue el primer paso dado.


    Tras ello había que conformar una plantilla capaz de retornar a la Segunda A. Se encargó la misión técnica a Álvaro Pérez, y el equipo hizo una temporada 1992-93 espectacular, lo que originó que la campaña para la liguilla de ascenso se enmarcó en "Súbete a la guagua del ascenso". Sin embargo, Salamanca y Hércules nos quitaron las legañas de los ojos y así llegó la primera de las tres frustraciones en la categoría de bronce.


    En ese momento, Álvaro consideraba que estaba en condiciones de intentarlo de nuevo, pero desde la presidencia de la Sociedad Anónima Deportiva se apostaba por relevo. Luis Sicilia sorprende a todos con la venida de un técnico de reconocida solvencia, que había trabajado en la cantera del Athletic de Bilbao, Iñaki Sáez, que más tarde incluso sería seleccionador nacional exitoso en categorías inferiores y llegaría a dirigir a la Roja absoluta. Se zanjaba la polémica e Iñaki se puso al frente del proyecto que acabó, otra vez, con el fracaso en la segunda liguilla. Esta vez fue el Salamanca el que logró el ascenso con un punto más que los amarillos. Aquel traspié en la traidora promoción llevó a que el "patrón" (Cabildo) decidiera relevar al presidente colocando en el cargo a Fernando Arencibia, que pocos meses después tenía ya como vicepresidente a Adrián Déniz, gerente de Sialsa.


    Al siguiente año, 1994-95, la responsabilidad técnica fue para Paco Castellano, aunque el inicio de la campaña el titular había sido Marco Antonio Boronat. La paciencia duró ocho encuentros con el técnico donostiarra. Hubo buen caminar en la fase regular, pero a las primeras de cambio en la liguilla, empate en Jaén, el consejo de administración reunido de urgencia en el mismo hotel decide encomendar a Merino (secretario general de la Sociedad) que busque un sustituto para entrenador. No tuvo que ir lejos, porque la alternativa estaba en casa con Iñaki Sáez, que tras la debacle del año anterior había permanecido en la entidad al frente de la secretaría técnica. Por tercera vez tampoco se logró el ascenso, pero sí decisiones en el seno de la Corporación Insular que opta por elevar a Adrián Déniz a la presidencia del club. Su experiencia en el deporte había sido presidir el Sandra Gran Canaria de baloncesto femenino, como el consejero Gonzalo Angulo, que sus dotes deportivas estaban enmarcadas en el ajedrez.


    Así, entre baloncesto y ajedrez optaron por poner a un isletero futbolero al frente del banquillo, Pacuco Rosales, que acompañado de Juan Manuel Rodríguez firmaron una gran campaña que acabó con el apoteósico ascenso de Elche. Y la Isla de nuevo volcada con la Unión Deportiva Las Palmas. Fue el renacer de una entidad tras cuatro años que fue una auténtica travesía del desierto, frase que empleó el propio Alvaro Pérez al valorar el ciclo que se iniciaba en 1992.

     

    Por cierto, la euforia con Juan Manuel duró muy poco, de hecho no entró a formar parte del nuevo proyecto en Segunda A por decisión de los nuevos consejeros. Con Pacuco se deshicieron a la sexta jornada en Segunda A y Adrián Déniz a los nueve meses ya no era presidente. Un periodo olímpico que sirvió para que Gerencia Deportiva (Germán Suárez, Ángel Luis Tadeo, Eustasio López y los Hermanos Domínguez) liberaran al Cabildo de su compromiso económico con la SAD, con el resultado que ya conocemos, aunque esa es otra historia de la historia.