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Conoce a Ángelo Sánchez

La otra vida de los 'profesionales' de Tercera

“La gente que viene a ver las competiciones regionales no se imagina lo que tenemos que hacer para poder jugar”, comenta el futbolista que ha trabajado en Zanzíbar, Madeira o Cabo Verde mientras es defensa del Villa

  • GENTE CON DUENDE
  • 23/12/2022 - 18:36
La otra vida de los 'profesionales' de Tercera Ángelo, en primer término; detrás una imagen de Zanzíbar, el lugar donde trabajó mientras juega en el Villa (ASM)

Manuel Borrego

 

“La gente que viene a ver las competiciones regionales no se imagina lo que tenemos que hacer para poder jugar al fútbol”. Con esta afirmación describe Ángelo Sánchez Martel (Valsequillo, 23 de mayo de 1992) su especial situación como jugador de Tercera RFEF y la de otros deportistas cuyo sacrificio personal para estar en los campos de juego no sale en los papeles.

 

Ángelo actúa como defensa central o lateral diestro, esta última su posición natural. Ha lucido los escudos del Valsequillo, Unión Marina, UD Telde, Villa, Arucas y de nuevo Villa, donde es ahora una de sus piezas veteranas. Para poder estar en competición de uno de los equipos revelación del torneo canario, el valsequillero tiene que hacer un esfuerzo personal que el aficionado de grada desconoce.

 

“Desde que debuté en Tercera con el Telde ya entré en el mundo laboral” recuerda. Porque las compensaciones económicas del fútbol tan modesto, en algunos clubes, solo cubren para gastos del jugador y poco más. Nada de cuentas millonarias ni primas por puntos conquistados o posiciones. El Villa, como otros equipos de Gran Canaria, vive de la ilusión de sus protagonistas. Y Ángelo es un ejemplo muy ilustrativo.

 

Desde hace dos temporadas Sánchez trabaja para una empresa (Cimagar) del ramo Contra Incendios. Sus contratos los desarrolla en Gran Canaria, en las restantes islas del Archipiélago o fuera del país. Así que Ángelo, a la hora de programarse para cualquier actividad, sabe que su destino puede estar en Tenerife, Lanzarote, Madeira, Cabo Verde o Zanzíbar, a pocas o a muchas horas de vuelo a Gran Canaria. Eso, de momento.

 

“Mi labor, que realizo junto a mi hermano Gabriel, consiste en dotar a las instalaciones hoteleras de todos los recursos contra cualquier posible incendio: Detectores, pulsadores, sirenas, … siempre subido a una escalera”, precisa. “Pero hago todo lo posible por mantenerme en forma y seguir en mi equipo. Esta temporada misma comencé los entrenamientos iniciales del verano, pero he estado en Cabo Verde durante tres meses y desde hace algunos partidos he vuelto a jugar con el Villa. Agradezco al club la paciencia que tiene conmigo”.

 

El problema de Ángelo es que el fútbol es su pasión. Y lo es de verdad; nada de postureo. “Cuando estuve en Lanzarote me entrenaba con el Tías durante la semana, después de mi jornada laboral. Llamaba por teléfono al míster para decirle si estaba o no disponible o si el equipo necesitaba de mis servicios. Si la respuesta era positiva, cogía el billete, viajaba, jugaba y el lunes, al trabajo”, por ejemplo.

 

El sacrificio de Ángelo y de profesionales de otros ramos contrasta claramente con algunas plantillas de la propia competición, disponibles 24 horas para el deporte. “Las ganas de hacer deporte, de jugar el fútbol, es lo que me mantiene a nivel federativo. La gente que viene a ver las competiciones regionales no se imagina lo que tenemos que hacer para poder jugar al fútbol. No es fácil terminar un día laboral, tras una paliza de muchas horas, coger la bolsa de deporte y acudir al campo de entrenamiento a última hora del día”, expone. Porque para hacerlo hay que querer mucho la vida deportiva. Al día siguiente todo comienza de cero.

“Cuando estuve en Cabo Verde ya no podía entrenarme porque las condiciones no eran las mejores para hacer carrera, por ejemplo. Las calles no son como las de aquí. Y si iba a alguna playa, a la hora de terminar el trabajo ya no había luz natural. Fue muy difícil. Por cierto, en el primer mes allí me picaron todos los mosquitos que había en la isla”, señala.

 

Ángelo pudo tener una oportunidad de curtirse en el fútbol profesional cuando, en la etapa inicial de Santi Calvo, Las Palmas C volvió a las competiciones. “Estuve haciendo pruebas con el tercer equipo del club. Éramos más de cuarenta jugadores; algunos luego fueron mis rivales o compañeros, como Cristian Barrios. Me descartaron, pero nunca me he rendido. Sigo jugando al fútbol porque me gusta”.

 

Es una voz autorizada también para evaluar el momento del Villa: “Cuando empezó la pretemporada y pudo entrenarme algunos días con ellos, ya comprobé que tenía buena pinta el grupo. Pronostiqué que, con la intensidad que había visto en los entrenamientos, nos íbamos a divertir este año. Ahora, al volver, he visto que no estaba equivocado. Hay muy buenas sensaciones en el equipo. Y, además, los jóvenes que han venido lo hacen aportando cosas. Escuchan a los más veteranos, se esfuerzan … Desde el verano sabía que este Villa iba a funcionar”.

 

Sánchez espera mucho en 2023, aunque en cualquier momento podría sellar el pasaporte por el embarque internacional. Mandan las obligaciones profesionales, aunque de momento, sin churumbeles a su cargo. “No me daría la vida para tanto”, expresa con la sorna del futbolista veterano.

 

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