Imprevisibles para propios, no para extraños
01/09/2013

Por Manuel Borrego

270 minutos sin victorias han aportado materia abundante en tres jornadas para que germine la preocupación. No ya por los resultados obtenidos, sino porque lo expresado por la UD Las Palmas en el campo de batalla durante ese periodo no dejó sensación de superioridad alguna ante Deportivo, Alavés y Eibar; un descendido de Primera y dos de los clubes recién incorporados a la Segunda División. En ninguno de los casos pareció que el conjunto de Sergio Lobera estuviera más cerca del triunfo que su rival. Al contrario; por dominio y ocasiones los méritos realizados están exagerados en la tabla, especialmente contra los dos equipos vascos que hicieron más que los amarillos por ganar y debieron consolarse con sendos empates que, de momento, sirven como sedantes.

Pero, tras casi un mes de competición, ya existe un campo de análisis donde se aprecian factores comunes en situaciones que bien pudieron reflejarse el pasado sábado contra el modesto Eibar: Incapacidad para abrir espacios o generar ocasiones, dominio y ritmo sin mordiente y, lo que es más arriesgado, un receso organizativo en el aspecto defensivo que enseñó instantes peligrosos de fragilidad.

En tres jornadas el fútbol de Las Palmas no ha avanzado; con jugadores en aparente bloqueo que no aportan las soluciones esperadas. Se ha convertido incluso en un equipo imprevisible para propios, no para los rivales. Algunas cosas requieren un cambio de dirección porque las señales de urgencia no tardarán en producirse en un equipo autoproclamado candidato para la pelea por la zona alta.

Valerón, oculto tras una multitud

Juan Carlos Valerón es el nombre propio con más peso en el actual proyecto de la UD Las Palmas. Eso es innegable y sobre él recae mucha responsabilidad, aunque no toda. Ha jugado la totalidad de la Liga hasta el momento pero ... Se esfuerza en parecerse al futbolista que hasta la pasada temporada acompasó cada uno de los partidos en los que intervino con el Deportivo. El Eibar le rodeó, como ya habían hecho los anteriores adversarios, pero el 21 amarillo no encuentra el espacio para un socio que levante la mano en el carril del gol. Jugar con Valerón requiere interpretar lo que va a hacer. El pase al pie no es precisamente la mejor solución cuando él distribuye el cuero.

La velocidad no es un recurso identificativo

Comprobado está que la velocidad que ofrecía el ataque de la UD Las Palmas la pasada temporada no está presente en la actual. Con ella se convirtió en uno de los conjuntos diferentes del campeonato, porque utilizaba un arma que está al alcance de pocos. Este sábado Lobera optó por situar a Spas Delev en la banda izquierda, donde el búlgaro apenas logró lanzar una galopada que, de inmediato, dirigía hacia el centro. El ariete internacional, sin embargo, ofreció la jugada sorpresa de la tarde cuando se incrustó entre los defensas esperando un pase largo de Momo. Mereció el penalti que el colegiado no señalaría. Por la derecha, Momo, o más tarde Tato. Las perspectivas de progresar por esta vía no se atisban puesto que logra coordinarse para presionar y capturar balones para sus lanzadores.

Disfunción de algunas piezas

Uno de los aspectos que más pudo preocupar en la última actuación fue la apreciable descodificación del entramado amarillo. Por momentos la nave perdió rumbo, y en ello apareció Spas Delev como improvisado último defensor para frenar un contragolpe eibarrés o el propio Valerón sacando el balón desde la posición de central con un pelotazo largo. Son dos de los ejemplos más apreciables que podrían mostrarnos síntoma de ansiedad, hecho inequívoco en algunos rostros de los amarillos.

Un arranque individual da el empate ... por garra

La acción del 1-1 es una ilustración de la zona de situaciones imprevisibles en la que se encuentra Las Palmas. El gol del empate ante el Eibar se produce en una acción de garra de un jugador debutante, que se rebela ante los acontecimientos. Arranca en solitario, desborda a los zagueros visitantes y dispara convencido tras fabricarse su propio espacio. Fue un gesto individual. Pero las soluciones globales no pueden llegar por acciones solitarias. Ese trayecto conduce a más improvisación.

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