
Por Manuel Borrego
Ningún instante de la pretemporada cae en saco roto, tampoco un marcador a favor o adverso. 180 minutos sin marcar frente al Tenerife, un rival con munición cierta de Segunda División A, deja apuntes más interesantes en el capítulo del déficit que en el de virtudes. Factores de corrección, en suma. Tres cuartas partes de la plantilla de Sergio Lobera parecen definidas o al límite de hacerlo para comenzar la temporada oficial. Portería, defensa y centro del campo, con algún refuerzo por llegar y con decisiones de filiales aún por adoptar. La delantera, la línea explosiva que dejó tantos dividendos la pasada temporada, es la que está por definirse. Aún hay un margen amplio no ya para que se inicie el campeonato de Liga y encontrar las piezas que están pendientes, sino para que una vez comience la Liga poder alcanzar velocidad de crucero la maquinaria del candidato al ascenso que se rehace.
Una de las incógnitas que suscitó debates en el mes de julio está, sin duda, despejada. El fútbol sigue fluyendo con naturalidad de las botas de Juan Carlos Valerón. Su buen criterio y pase está intacto, el regate sutil también y el ritmo es casi como siempre porque nunca fue su punto fuerte. Con Valerón en el campo se desplaza el balón, no el futbolista. Es el jugador que cabe en todas las combinaciones de Sergio Lobera y, a tenor de lo visto hasta hoy, no es un recurso para fracciones de partido, sino para periodos amplios de juego. Sus 38 años están bien cuidados. Hay que mimarle para que su producción sea prolongada, porque dan a entender las decisiones del entrenador durante la pretemporada que el fútbol de la UD girará en importante medida en torno al genio que ha vuelto.
Jugar con Valerón requiere también una serie de cualidades. La más importante para sus socios de ataque es interpretar la siguiente nota de su sintonía y así seguir el compás. Requiere a su alrededor trabajo para la presión del robo (tiene bregadores incansables que le escoltan como Hernán, Javi Castellano o el mismo Vicente Gómez) y también futbolistas intuitivos que sean capaces de crear lo propio después de su primer contacto con el balón. El Valerón del éxito aún es muy aprovechable en este proyecto. Si se actúa en la media punta requerirá que quienes estén a unos metros sepan partir hacia el área y definir, ganando la iniciativa. Si lo hace en el puesto más atrasado precisará sociedades al primer contacto, para prolongar posesiones y abrir trincheras.
Lobera se ha inclinado en colocar al Flaco como segundo delantero o con más proximidad hacia el área rival. Aclara el técnico que son pruebas, pero hasta el momento es la que más se prodiga. Pero más allá de los ensayos, Las Palmas ha de transformar su manera de pensar en el campo para que la varita del genio ponga en marcha al equipo. Falta gol, sin duda; parece que está en camino con los mimbres contratados y los que vendrían. Tomamos nota. Pero, más importante ahora, tenemos Valerón y es la parte de la botella medio llena.