El colegiado que fabrica timples
01/06/2012

Al polifacético Félix Travieso le llegó la inspiración de manera autodidacta y ahora "se extravía en el garaje", donde pierde la noción del tiempo construyendo instrumentos de forma artesanal

La felicidad no es el destino en sí, sino el viaje. Quizá por ello Félix Travieso Estévez (Teror, 27 de julio de 1971) pierde la noción del tiempo cuando su mente se desplaza sin destino en un pequeño taller que ha habilitado en el garaje de su casa terorense. En apenas unos metros cuadrados ha logrado hacer realidad una pasión personal que despertó casi por azar hace apenas un lustro. "Me pidieron 300 euros por un timple que quería adquirir porque me gusta la música ya que, además, actúo en el coro de La Parranda de Teror. Lo compré y una vez lo tuve en mi poder pensé: fabricar un instrumento no debe ser tan difícil". Así empezó todo.

Félix es un polifacético personaje que desde hace tres temporadas se ha incluido en la nómina de colegiados federados de lucha canaria. Sus manos son ágiles: albañil de profesión es capaz de sacar tiempo durante la semana para todas sus ocupaciones porque "sólo es cuestión de organizarse", aduce. En todos esos escenarios se introduce Félix Travieso aunque reconoce que cuando asume el rol de artesano "me pierdo en el tiempo. Después de aquel día empecé a observar con detenimiento cómo estaban hechos los timples. Y de manera autodidacta me inicié en la aventura. Cometía errores y, también, acertaba fabricando mis primeros instrumentos". Recuerda que los primeros consejos fueron guiados por sus conversaciones con Jorge Granados, profesor de la Escuela de Música de Teror.

Pero Félix se adentró tanto en esa jungla que, al pedir más opiniones, conoció al constructor musical de Gáldar Diego Montesdeoca. "Fue un gran acierto encontrarle aunque lo primero que me dijo fue que me olvidara de cuanto había realizado. Que tenía que empezar de cero. Fue un paso atrás para producirse un avance luego, porque empecé a trabajar con moldes de guitarra española, timples, contras cubanas, cuatros venezolanos. Son mi especialidad, todo artesanal, incluso la maquinaria que utilizo para mis producciones las he fabricado con materiales que tenía a disposición". Todo el proceso está basado en la originalidad y la manufacturación.

En un stand ubicado en otra esquina del garaje nos muestra sus piezas ya terminadas. Entre ellas una de sus joyas: "un timple eléctrico. Porque me pongo a investigar también. Quería conocer cómo era el sonido del timple con esta variación". Todas sus piezas son elaboradas desde la materia prima, en bruto. "Compro la chapa en la Península a unos proveedores especiliazados, para que la resonancia de los instrumentos sea la más óptima. El pegamento, la cola, también se trae de Estados Unidos, porque es especial para estos trabajo. No vale cualquier material".

Invierte Félix entre "treinta a cuarenta horas de trabajo" en cada timple. "Sólo trabajo para clientes por encargo. Los timples artesanales tienen un precio de unos 350 euros, 400 los cuatro y 450 las contras. Este otro", señala tras una pieza de la mesa de trabajo, "lo vamos a reparar. Y este timple tiene su caja de resonancia realizada con calabaza blanca. Gustan mucho".

"Adquirir los materiales supone un esfuerzo. Las maderas que utilizo en los mástiles son de morera, caoba, cedro o samangila. Ébano, jatoba y palo santo para el diapasón. Las tapas con pino, abeto alemán y cedro. Uso hueso canilla de vaca, ..." no escatima en buenos materiales para obtener un mejor producto, que sigue realizando con el concepto de encontrar "la perfección".

Y entre cada paso y paso en el proceso de elaboración, una noche en el terrero para cambiar de disfraz.

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