Por Yurena Santana Rodríguez
Tras la cortina empañada, por los desdenes de la temporada, se asoma blanca y humilde nuestra UD Las Palmas, que nos alumbra cada fin de semana como nombra su himno "con su juego brioso y brillante" que ilusiona al aficionado que va al estadio, para ver disfrutar y ganar a su equipo. El equipo, cuyas líneas forman un acordeón perfecto para sonar la más dulce de las melodía y la componen por sus continuos movimientos como si fuera un tipo de danza para componer el sonido más bello que se ha oído en el Estadio de Gran Canaria. Como si de un ave fénix se tratara, esta UD ha resurgido de su ser para regalarnos las mismas sensaciones que da en el Estadio, un equipo lleno de acordes, de sensaciones, de sentimientos, de valentía, que lo deja todo por un escudo. Este cambio ha hecho que el equipillo camine por sendas tranquilas e incluso pueda hacerlo hacia cotas mayores en la recta final de la temporada. Ello ha logrado que haya entusiasmo y optimismo en la mayoría de la afición gran canaria que anda con gran expectación el andar de la entidad de Pío XII.
Si bien fluyes en el camino de la senda, no impidas que tus retos nublen tu camino, sino afróntalos porque el camino por muy duro que sea, al final siempre obtendrás la merecida recompensa, pero siempre con prudencia para evitar cualquier golpe moral. Esto es en realidad, el camino seguido durante la temporada que con mil y un problemas económicos ha sabido saldarlos con muy buena nota y ha optado por continuar con el proyecto de cantera para seguir forjando el futuro de la entidad. Para seguir forjando el futuro, es el momento, que todos tiñamos el estadio de color azul y amarillo, nos bañamos de ilusión y nos empapamos del orgullo que sentimos al animar al equipo. La ilusión encendida, un halo de esperanza en un camino lleno de tortuosas curvas que se deben de sortear para llegar a su destino.