Titulares, suplentes e indignados
24/02/2012

Por Manuel Borrego

Todos los grupos deportivos que participan en deportes de asociación están compuestos por diversos sectores dentro de un mismo gremio. Vicente Del Bosque los definió correctamente hace unos meses: titulares, suplentes e indignados. Los titulares gozan de la confianza plena del entrenador, aunque puede ser transitoria. Los suplentes están a la expectativa de que el técnico o las circunstancias de las competiciones les rescaten para colocarles en el escenario bajo los focos. Y los indignados ... son los que están en un purgatorio personal, incómodos y dejando entrever la esencia del malestar. Pero las normas del juego son eternas: sólo once en el terreno de juego.

El fútbol y otros deportes colectivos están inventado así desde siempre y en todas partes del Planeta. Por eso en cada vestuario habrá una representación tras el reparto de estos papeles. El indignado al que se refería el seleccionador nacional era nada menos que David Silva, el zurdo grancanario desplazado a la suplencia en el último Mundial de Sudáfrica donde España alcanzó su Everst histórico. Él no tuvo tanta participación en el tramo decisivo del torneo. Y Del Bosque se ausentó de intervenir en cualquier polémica porque sin duda también conoce cómo se manejan estas cosas en el vestuario, lo había vivido en persona cuando fue proel y más tarde patrón en el trasatlántico blanco de su época. No tenía que explicar nada cuando Silva alzó la voz. Asimiló las quejas del zurdo del City como parte de una actuación que siempre acompaña al que manda. Meses después la selección ha disfrutado del mejor Silva que, tras la suplencia, no deja espacio a debate alguno y casi asume galones de almirantazgo en el campeón mundial.

Las Palmas, cómo no, tiene también sus propios indignados. Cada temporada hay uno o varios. Ha levantado la voz este jueves en la Cadena Cope Javier Portillo, pero lo ha hecho con mesura y dentro de un orden. Otros compañeros que puedan sentirse igual no han seguido esta senda. Esas cosas hay que saberlas manejar al estilo de Del Bosque. Aunque Portillo tiene un campo de actuación para hacer cambiar las decisiones al entrenador, que es un 'ente vivo' centrando todo su esfuerzo en sacar el mayor rendimiento a los futbolistas. El de Portillo, precisamente, es el más fácil de medir porque su gasolina es el gol, esa palabra que le cambia la cara a cualquier indignado y que de momento ha pronunciado cuatro veces. Su profesionalidad está fuera de cualquier incógnita: si hay un debate será al final de temporada, donde anuncia decisiones. Quizá entonces, si sus goles logran persuadir las nubes del horizonte, el debate sea otro.

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