Una semana atrás el propio Luis García Fernández no había restado adjetivación alguna para definir la calidad del remate de Milos Lukovic para firmar uno de los goles en el triunfo sobre el Éibar. “Ese disparo está entre los mejores”.

Lo dice un entrenador que en sus tiempos destacó como goleador especialmente en el RCD Espanyol de Barcelona, aunque con características distintas al que es ahora su pupilo. Casi como ratificación de aquellas palabras, el delantero de 19 años anotó en Huesca uno de los goles de la jornada, en el que fue su único disparo de la noche porque la vigilancia de los zagueros fue severa.

Lukovic necesitó un segundo para controlar-orientar con la izquierda y certificar un disparo con la diestra que puso patas arriba El Alcoraz. No estaba siendo su mejor partido, pero el dandy del empate necesitó una ligereza defensiva para poner en valor las palabras pronunciadas por su entrenador.

Y, a la vez, desnudar sus propias afirmaciones al llegar al proyecto de la UD Las Palmas cuando dijo aquello: “Veo difícil jugar … He visto en los entrenamientos un nivel muy alto y que Las Palmas tiene buenos delanteros como Mata o Sory Kaba”.

Casi quedan como tono anecdóticas estas valoraciones suyas porque la realidad demuestra lo contrario. Aún hay mucho Lukovic por descubrir, sin duda, y mucho que pulir. 3 goles (1 asistencia) en 588 minutos y 14 disparos totales (8 entre los tres palos) es una pequeña muestra del atacante titular que ya es. Y agente disolvente de una maldición de los jugadores serbios contratados por el club, salvo el portero Zeljko Cicovic. Por potencial, juventud y calidad ofensiva Lukovic no admite de momento grieta alguna.