La UD Las Palmas está en situación límite de riesgo de un descenso por sus propios deméritos. Y, como perro flaco, el arbitraje sigue castigándola con auténtica crueldad.

Oli McBurnie fue objeto de dos acciones polémicas en el área vallecana. En la primera parte contactó con Valentín en una internada, que Hernández Maeso entendió como piscinazo del escocés. El delantero amarillo no estuvo conforme y recibió tarjeta amarilla.

Y en el tiempo extra, McBurnie fue agarrado y derribado por dos defensores del Rayo cuando trataba de rematar un córner. El colegiado del partido estaba de frente, lo vio todo y tampoco se pronunció en beneficio del atacante ‘atracado’. “Nada, nada”, dijo. Su colega de VAR, Melero López, tampoco observó lo que parece una obviedad e incendia a los aficionados amarillos.

Pero, ¡Qué más da!: Es Las Palmas.