“Tenemos que recuperar que el Estadio de Gran Canaria vuelva a ser Mordor para los visitantes”.Esa curiosa frase, emitida por Pepe Mel en la etapa de su gestión como entrenador de la UD Las Palmas, cobra vida en el verano antes de que comience la competición de los amarillos en Segunda A.

Y no le faltarían argumentos al entrenador madrileño, que conocía bien la importancia de las fortalezas como equipo local en competiciones tan duras como la Liga Profesional. El dato es evidente: De los 38 últimos encuentros como anfitrión, la UD Las Palmas ganó 10 partidos, empató 11 y perdió 17 encuentros. Es cierto de que se trataba de la Primera División, pero la Segunda A también es una división de castigo para aquellos que se despistan a nivel defensivo.

Las penalidades de los amarillos empezaron en casa, a pesar de que los abonados del club firmaron cifras históricas de récords en esos dos años recientes que tenemos como referencia.

Esa es, en consecuencia, una de las misiones que debe asumir el equipo técnico que ahora encabeza Luis García Fernández. Mordor en Gran Canaria es una excelente propuesta, para los rivales se sientan incómodos en un recinto que, además, empezará en 2025-26 la remodelación prevista camino para el Mundial de 2030.

Eso sí, que no se tomen al pie de la letra todo lo que propone JR Tolkien en ese reino de la oscuridad del Señor de los Anillos: Los de García Fernández han de jugar como ángeles, con un estilo y profundidad que sus aliados aficionados se sientan otra vez como en casa.