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Opinión

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    Ernesto Aparicio siempre fue un hombre discreto. Con su fallecimiento se lleva cientos de secretos de nuestra Unión Deportiva Las Palmas, cuyos intereses veló durante décadas primero como jugador y luego como masajista. Refugio de jugadores para que le contaran sus penas y alegrías, que quedaban entre ellos como si fuera una tumba. Pero siempre tenía la palabra apropiada, el consejo justo para solventar la situación. Entre él y don Jesús García Panasco había un nexo que contribuyó al buen caminar de la U.D. Las Palmas.


    Aparicio dejó de lucir el brazalete de capitán en el año 1969. ¡Hace 50 años! Y sin embargo, hoy en día preguntas por el Capi y todo el mundo sabe que te estás refiriendo a él. Por algo será. Aparicio se ganó la capitanía del equipo por la enorme cantidad de valores que acumulaba, por ser un líder indiscutible, que era capaz de partirse la cara por cualquier compañero y defender con el mismo ímpetu los intereses del club. Como masajista se ganó el cariño de los jugadores, técnicos, directivos y aficionados, además, porque no decirlo, de los mismos informadores que cubríamos los viajes de la Unión Deportiva. Si teníamos cualquier contratiempo, allí estaba Ernesto para darnos el remedio adecuado. Y qué decir de sus dotes culinarias. Famosos fueron sus sancochos en las concentraciones lejos de Gran Canaria. Entre el equipaje iba el cherne, el gofio, las papas y batatas para que con un buen mojo se disfrutara de un sancocho.


    Es conocida esa frase que "es más que un club". Aparicio fue algo más que un futbolista y luego masajista. En una sola persona se concentraba lo que hoy en día realizan cinco o seis empleados de la Unión Deportiva. Son otros tiempos, pero que quiere les diga, yo me quedo con el corazón y el sentimiento de Ernesto. Doy gracias por haberlo conocido, por haberlo tratado, por permitir entrar en su casa desde cuyo balón vió como se abandonaba el añorado Estadio Insular. Ahora se reencontrará con muchos amigos, Con Juanito Guedes con quien convivió sus últimas jornadas en el lecho de su muerte. Con Tonono, con los Gilbertos. Recordara anécdotas con García Panasco o con Antonio Lemus, y muchas personas más, desde Juan Trujillo Febles quien fue quien se lo trajo para el club.


    Hasta siempre Capi. Tú que eras hombre duro, de grandes sentimientos, con lágrima fácil, hoy nos toca a nosotros llorar porque ya no estás físicamente con nosotros, pero no te olvidaremos. Tú sí que eres el Capi de nuestra Unión Deportiva Las Palmas.