Manuel Borrego

Uno de los valores que mejor conserva el rendimiento grupal de la UD Las Palmas es la calidad humana y deportiva de su banquillo. El dato numérico salta a la vista: 5 de los 11 goles firmados por el actual octavo clasificado de Primera brotaron en botas de jugadores que eran reservas en esos encuentros hasta ahora disputados.

De esta forma, están los de Jonathan Viera y Marc Cardona para la remontada ante el Celta (2-1), el de Sory Kaba en la victoria frente al Almería (1-2), el segundo de la serie amarilla ante el Atlético obra de Benito (2-1) y el fantástico tanto de Moleiro en Pamplona (1-1).

Eso es lo más relevante e incuestionable. Pero detrás hay oficio profesional para mantenerse en la recámara enchufados y brindar a los compañeros titulares una presión que mejora el trabajo que requiere García Pimienta.

En esos nombres propios, cómo no, el de Cristian Herrera. “Mi misión es estar en forma para cuando llegue el momento” dijo esta misma semana a los medios del club al hablar casi en nombre de todos sus restantes compañeros de la reserva.

Apenas lleva Herrera 94 minutos en el campeonato, en tres breves actuaciones. Situación parecida la de Eric Curbelo (90 minutos), jugador que fue fundamental en el reciente ascenso a Primera División y en las campañas precedentes. Su papel ahora está en compás de espera, haciendo ver a los centrales habituales que aguarda al semáforo verde.

¡Qué decir de Nuke Mfulu!. El internacional congoleño, que ha tenido que superar su aciaga pretemporada por problemas físicos, apenas ha jugado 69 minutos en cuatro fracciones de partido. Pero es el primero en salir a abrazar al compañero relevado. O Benito, con 83 minutos y su espléndido gol. Álvaro Lemos, Sinkgraven, Escandell, … y así una lista de pacientes jugadores que, en la sombra, están jugando su propia Liga para que Las Palmas saque con nota una difícil temporada.