Opinión

Del fútbol mareante al juego sorpresivo

Manuel Borrego

 

Lo reconoció después del encuentro el propio Imanol Alguacil, al valorar en público el rival que se había encontrado en el Estadio de Gran Canaria. “Nos sorprendió la agresividad de Las Palmas”, dijo el técnico que varió en pocas horas su opinión sobre el juego amarillo. Del “Las Palmas te marea con tanto pase” a “nos ha superado nuestra presión alta”.

 

Ese giro o paso al frente del equipo amarillo fue muy apreciable. La novedad táctica fue la desaparición del falso por un verdadero delantero, hombre de fijación de los centrales rivales. Esa labor hasta el relevo le correspondió al fajador Sory Kaba, un delantero al antiguo uso para un fútbol que asume una modernidad instaurada.

 

Al hablar del paso evolutivo de la UD Las Palmas en la tercera jornada habría que ceñirse casi exclusivamente al primer periodo y a los últimos minutos del encuentro. Los amarillos dieron velocidad y sentido vertical a su juego, aunque mejor en las operaciones de contragolpe. O bien buscaron en largo al verdadero ariete que no huyó de la brega. Promete cansar a los zagueros de primera.

 

El resultado de empate esta vez tiene mayores tintes de registro desleal a la propuesta grancanaria, porque la mejor UD Las Palmas de la presente campaña mereció mayor cosecha en sus alforjas. No solo porque fue capaz de crecer en el campo, sino porque minimizó la capacidad de un equipo que no logró encontrarse a sí mismo salvo en un intervalo del segundo periodo.

 

Estos mejores minutos tienen como protagonista a los miembros de un triángulo del centro del campo que acabó la pasada campaña: el ingenio de Viera, asociado al trabajo del incansable Loiodice y al solidario Kirian. Pero la fórmula no es ajena al debate porque se aproximan nuevas piezas elevadas en el criterio del técnico: Perrone recibe el alta federativa y Moleiro, pronto, la médica.

 

En Girona la UD Las Palmas se obliga a repetir el modelo que puso boca arriba a toda una Real Sociedad, con estas mismas piezas u otras que se adhieren. Las soluciones crecen; solo falta el resultado que lo avale.