Opinión

Finalistas por méritos y un arbitraje avestruz

Juan Pedro Borrego

 

Empiezo por dónde se merece: ¡Felicidades Gran Canaria!. Y qué grande Brussino soportando la presión de los tiros libres finales … Pero lamento tener que centra mi opinión en lo que considero una vergonzosa actuación arbitral en la semifinal de la Eurocup entre Gran Canaria y Joventut. Ni el conjunto catalán necesita ayuda del tipo que recibió para demostrar su condición de magnífico equipo, ni el Granca mereció el castigo de la indiferencia de los colegiados.

 

De no ser por los nervios acerados del alero argentino para acertar con los tiros libres en la recta final del partido, quizá ahora el equipo de Lakovic estaría lamentando una derrota inmerecida y hablando de un trato injusto arbitral con desenlace en el marcador.

 

No cabe duda que arbitrar es complicado y tomar decisiones que puedan decantar un partido lo es aún más. Pero no se puede convertirse en un acto irresponsable, dejando que el partido se decida por sí solo, haciendo el avestruz, metiendo la cabeza en la tierra.

 

El árbitro ha de ser profesional y asumir la responsabilidad que le corresponde. El bocadillo a Slaughter, las reiteradas faltas sobre Brussino; y lo que es peor, el agarrón descarado de Parra al alero argentino no se puede saldar con una simple falta normal como si del minuto uno de juego se tratara.

 

Las carencias de los árbitros de esta semifinal en el Gran Canaria Arena es un borrón en el organismo de la Eurocup, aunque por suerte se encontró a un equipo ganador que supo mantener la talla. Y también a un público (casi 9.000 personas) que siempre fue respetuoso y que merece vivir su primera final continental en casa a cuerpo de rey.

 

La posibilidad de un título continental de los buenos se lo ha ganado a pulso la plantilla de Jaka Lakovic. Y visto lo visto, para el próximo miércoles ante Ankara se requiere en la final un arbitraje de verdad, a la altura del partido que es.