Opinión

Mensaje directo a la comandancia general

Jonathan Viera, rodeado por jugadores del Real Oviedo, en el partido de este pasado domingo en Gran Canaria (C. Torres)

Manuel Borrego

Ocho de diez partidos posibles en los que la UD Las Palmas se enfrentó a los equipos de Álvaro Cervera acabaron en triunfos rivales. Con la de este domingo se eleva el porcentaje a un 80%. Ocurrió con otros entrenadores amarillos y también ahora con García Pimienta. Las Palmas trató de ser Las Palmas de siempre, la de antes y la de ahora que está muy mejorada. Y el equipo asturiano fue fiel a lo que Cervera entiende de cómo debe ser un rival incómodo para los jugones que llevan el escudo grancanario.

Con esta síntesis tratamos de dibujar que el 0-1 de este domingo, otra vez ante más de 20.000 personas en las gradas, fue más producto de un diseño rival que de un mal día del equipo que sigue codeándose por el ascenso directo. Porque, con o sin los puntos extraviados, nada cambia en el panorama inmediato: La batalla sigue.

El ahora entrenador ovetense fue sincero antes y después del encuentro. “Jugar contra Las Palmas invita a hacer modificaciones”, dijo, además de observar que acumulando piezas frente a su portería los caminos del gol canario desaparecen o se dificultan. Posiblemente este Oviedo no se verá frente al Éibar, Ponferradina o Tenerife. Sí, quizá, contra el Andorra que es el conjunto con más señales de juego parecidas a las de Pimienta. Y además, añadió Cervera, se había fijado qué habían hecho otros ganadores en Gran Canaria para clonar a su manera el partido que convenía.

En la competición profesional imperan los resultados. Y las opiniones van el son también de los marcadores. De ahí que las palabras crisis, sequía o hundimiento se rescaten en algunos sectores para colocarse al calor de lo último acontecido. Otra cosa sería si un centímetro atrás en los disparos de Sergi o Moleiro hubiese cambiado el signo del encuentro. Entonces se hablaría de remontada heroica, muro derribado o cualquier batalla que la imaginación ponga a los Pimienta boys como paladines de una causa.

Pero en la calma, sin el ruido de la decepción o el oportunismo (léase si se quiere pesimistas de profesión), toca la reflexión interna. En realidad, lo que ha hecho el aguafiestas de Álvaro Cervera es enviar un mensaje a la comandancia del proyecto de la UD Las Palmas. Equipos sacrificados en Segunda División los hay a raudales. Técnicos dispuestos a regalar el balón pero no espacios, a puñados. Lo que toca es lo que el propio García Pimienta ha dicho: “Tenemos que dar una vuelta a esto cuando el rival se coloca en bloque bajo” en la forma que lo hizo el Oviedo o antes el Burgos.

Lo hemos repetido en varias ocasiones, rescatando una frase del Corán. “El hombre sabio es el que duda de sus propias convicciones”. Y segura que también, desde la serenidad, podría tener una tormenta de ideas para encontrar alternativas.

Porque, por más que no se quiera reconocer en algunos sectores, la UD Las Palmas no ha llegado hasta aquí por casualidad. Y quizá en el resto del campeonato el aviso de Cervera sirva para solucionar lo que otros plantearán.