La versión que no contó el entrenador del Alavés

B. Pérez

 

A Luis García Plaza no le debió sentar bien el empate frente a la UD Las Palmas. Es lógico que se desviviera en ofrecer elogios al equipo amarillo (una manera de sacar lustre sobre el punto logrado), pero por el camino dejó algunos recados relacionados con la manera en que el Alavés pudo frenar el juego de la tropa que comendaba un juvenil llamado Moleiro.

 

Pero hay una versión que el técnico pasó por alto, imaginamos que de forma involuntaria porque quizá no tenía los datos a mano. Su equipo, en casa y con un ambiente que aún tiene aroma a Primera, cambió dos flechas en su rendimiento que delatan la real voluntad del Alavés.

 

De una parte, descendió a la mitad la posesión de su último partido, para dejarlo en un ilustrativo 23% que contrasta con el 77% de la UD Las Palmas durante todo el encuentro. En los primeros cinco minutos llegó a ser del 98%: Los jugadores del Alavés miraban cómo el balón pasaba por las botas de sus rivales.

 

Es cierto que ante Leganés, Mirandés e Ibiza el equipo de García Plaza tuvo menos balón. Pero ante la UD la nota se exageró muchísimo.

 

Pero, además, pasó por alto el número de faltas cometidas por sus jugadores en el partido: 26. Muchas de ellas para interrumpir ese juego y algunas de manera brusca. De esta forma, el Alavés estuvo cerca de duplicar las cometidas en la anterior jornada.

 

Todo ello sin recibir una cartulina amarilla, como sí ocurrió en anteriores partidos … Ese asunto es más responsabilidad de un permisivo colegiado (Oliver de la Fuentes Ramos) que de la propia actuación global de sus jugadores. Los amarillos no entendieron con claridad el criterio aplicado por el juez castellano-leonés. Las protestas canarias cayeron en saco roto.

 

De esta forma, García Plaza hizo más un ‘Tenerife en el pasado derbi’ que imitar el UD-Andorra. Pero, pese al pataleo, el empate es lo que queda.