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Opinión

Permiso a dudar de las propias convicciones

  • EL OTRO PARTIDO
  • 02/03/2022 - 05:55
Permiso a dudar de las propias convicciones El último once de la UD Las Palmas, frente al CD Lugo (C. Torres)

Manuel Borrego

 

“Esa mezcla entre vascos y canarios funcionó bien. Fuimos fieles al estilo canario, pero dimos ese toque que nos hizo tan fiables como equipo”.

 

Esta frase del preámbulo es un breve pasaje de las memorias de Juan Carlos Valerón sobre el recuerdo de la ‘reconquista’ de 1996, publicación que recientemente ha visto la luz con motivo del 25 aniversario del abandono de la Segunda División B. Y no cobraría vida ahora en nuestro diario digital si no fuera porque, de alguna manera, la UD Las Palmas está en una espiral como la que entonces podría impedirle abandonar una categoría en la que no se sentía en ambiente. Había que atravesar como sea la puerta para dar el paso al frente, como ahora pretende el equipo en un proyecto continuado desde 2018 para recuperar la Primera División.

 

Y recuperamos el sentido a las palabras de aquel joven Flaco, incipiente futbolista en formación que quedó marcado por los acontecimientos de una temporada en la que aprendió mucho. Cabe recordar que la UD Las Palmas no lograba salir de la división de bronce siendo fiel a un modelo, pero entre Pacuco Rosales, Juan Rodríguez y el entonces gestor deportivo Pepe de la Rosa acabaron mejorándolo con un perfil de jugadores que complementó la natural calidad del futbolista isleño. En aquel momento, además de los vascos que menciona Valerón como Eleder, Axier o Garmendia, también se incorporaron jugadores con personalidad y garra como Ángel Rodríguez, Jaume, Toni, Espejo, Eloy, Chili o Eduardo Ramos. Lograron enlazar todos los perfiles del juego para engrasar una máquina futbolística que enganchó a la afición. ¡Y de qué manera!.

 

Es cierto que el fútbol ha cambiado, los esquemas de juego también y algunas normas. Que hay modas, criterios y que la cantera tiene su propio movimiento evolutivo. Pero el balón sigue siendo redondo, las porterías miden igual y los rivales con éxito en estas divisiones manejan un dato especialmente valioso: El bajo número de goles encajados. Y a partir de esa prioridad, todo lo demás empieza a funcionar.

 

Nos referimos a esta única faceta deficitaria cada año con una vocación de sintetizar un gran problema que claramente impide avanzar a la UD Las Palmas. El debate tiene ramificaciones, que dejamos para otra oportunidad.

 

La UD Las Palmas (nos referimos a sus gestores deportivos) tiene permiso a dudar de sus propias convicciones. Puede esgrimir sus ideas pero debe mejorarlas, porque no puede morir con ellas si no tienen un funcionamiento pleno. No es cuestión de un partido o de un mal día. Sólo hace falta mirar el casillero de goles en contra de cada temporada reciente para comprobar que por ese camino se hará muy difícil conseguir el objetivo. O que en esta etapa de la competición, donde ya se está cociendo la dirección final de los proyectos, acudan menos de siete mil personas al Estadio de Gran Canaria para animar al equipo amarillo es un dato para hacérselo mirar.

 

Luis Helguera, como director deportivo del proyecto y máximo responsable en la parcela, puede estar tranquilo: La calidad y el fútbol de toque en este equipo grancanario que tantos corazones moviliza son imperecederos. Pero hay que ser fiel a una de las estrofas de su propio himno cuando dice aquello de que su “defensa una muralla donde se estrella el contrario”. Eso precisamente que otros consiguen no lo está exhibiendo precisamente la UD Las Palmas. No lo hizo con el anterior técnico ni lo está haciendo ahora.

 

Dudar de las propias convicciones no obliga a renunciar a ellas. Sí a reforzarlas con mejoras o con las herramientas correctas.

 

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