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Juan Eleder

"Ascender con la UD te marca para siempre"

El vizcaíno, jugador más utilizado en el ascenso de 1996, describe al equipo como "un grupo sano de amigos, que sufrió y disfrutó unido" para lograr el objetivo

  • 25 AÑOS DE UN AVE FÉNIX
  • 10/06/2021 - 04:38
"Ascender con la UD te marca para siempre" Eleder posa en su casa de Guetxo, con las camisetas 3 suya y el 8 de Paquito Ortiz (Tinta Amarilla)

Manuel Borrego

 

Juan Eleder (52) fue el futbolista más utilizado en número de partidos y minutos durante aquella temporada 1995-96, la del retorno a la Liga Profesional y del fin de una pesadilla en la Segunda División B. El polivalente zaguero de Guetxo militó cuatro años en la UD Las Palmas, aunque desde el primer día que pisó la isla sintió que había llegado a un destino profesional diferente a los que había conocido. Y por ello saboreó en plenitud el logro sellado el 22 de junio de aquel maravilloso 1996.

 

"Mis amigos se ríen mucho cuando les cuento lo que me ocurrió en mi primer viaje a Gran Canaria (1994). En el vuelo coincidí con el que iba a ser nuestro técnico, Marco Boronat, y también con Félix Sarriugarte, delantero al que ya conocía en el Athletic. Mi maleta salió antes que la de ellos", rememora con precisión para los lectores de Tinta Amarilla. "Y me dijeron: Adelántate en la salida y busca a Iñaki Sáez -secretario técnico en aquel momento-, que nos estará esperando en la sala del Aeropuerto. Confieso que cuando se abrieron aquellas puertas y vi a un montón de cámaras, flashes y periodistas tuve que mirar a mis espaldas para ver quién me seguía. Pensé que venía algún actor famoso. Pero no ... Se lanzaron para recibirme. Estaba muy sorprendido, no lo esperaba. Desde entonces me di cuenta de que había firmado por un equipo que no tenía nada que ver con la Segunda B. Que había llegado a un proyecto gordo; más grande de lo que me habían dicho. Desde ese instante supe la responsabilidad que asumía".

Un humvee, todo terreno

Eleder cayó de pie entre los aficionados grancanarios. Por su rigor táctico, combatividad, potencia, variedad para todo tipo de juego ... era el humvee de aquel equipo. Y tanto. "En una ocasión, tras un partido de abundante lluvia en Lugo, por las condiciones del campo el técnico Pacuco me colocó como media punta, casi delantero. Hice de todos en mis equipos", precisa. "Le dije que no había jugado allí desde infantiles. Yo estaba para todo".

El vizcaíno era de esos jugadores que daban trabajo al servicio de lavandería en cada partido. Y en el bloque de futbolistas reunidos para el año de salida de la Segunda B jugó un papel crucial con su lucha o goles muy importantes, como el del triunfo en el Insular frente a la Cultural Leonesa. "Quizá el año anterior, mi primero en Las Palmas", puntualiza, "teníamos una plantilla con una calidad asombrosa. Se apostó muy fuerte por el ascenso, con refuerzos que vinieron incluso de Primera. Y por eso se produjo una decepción muy grande. La compartimos con los aficionados y la sufrimos los que nos quedamos en el equipo. Por eso luego también disfrutamos del ascenso".

 

Un año después, todo cambió: "Creo recordar que cuatro o cinco jornadas antes del final de la liga regular ya estábamos clasificados. Y luego, en la liguilla, arrollamos. De menos a más con el 0-2, 2-0, 0-3, 3-0 y el 0-4 del quinto partido. Cuando digo arrollamos no soy justo al no describir lo difícil que resultó, las complicaciones para estar a ese nivel que se logró. Pero acabamos la temporada de una forma incontestable".

 

Por eso comprende aquel "recibimiento que tuvimos al llegar del viaje a Elche (tras el quinto partido, 0-4). Fue impresionante. La gente nos esperó hasta la madrugada. Y los políticos que organizaron el acto ... creo que ni ellos mismos esperaban lo que pasó. Las previsiones se desbordaron. Yo también logré ascender a Primera con el Numancia y lo disfruté mucho; pero aquel ascenso con Las Palmas, por lo que se había sufrido antes, te marca para siempre. Han pasado 25 años y aún lo tengo muy presente todo. Mis cuatro años como jugador de la UD Las Palmas los recuerdo con mucho cariño, cambió algunas cosas en mi vida y sus recuerdos, los buenos y los malos, son inolvidables".

Clave: Un grupo de amigos

Un éxito deportivo no es flor de un día, ni de un mes. "Ese objetivo final se fraguó durante mucho tiempo. Teníamos buenos jugadores en todas las líneas. Pero la clave de todo es el grupo de amigos que se formó en aquel momento. Éramos compañeros, pero entre nosotros surgió algo más. Con unos había más empatía que con otros; eso es normal. Pero en general formamos un grupo solidario. Disfrutamos juntos los momentos dulces y sufrimos juntos los instantes difíciles. Esa fue una constante durante toda la temporada para los que ya estábamos y para los que vinieron, que se integraron por completo. Al final sabíamos lo que nos jugábamos, lo que quería la afición y la isla. Y también supimos hacerlo".

¿Qué tenía el equipo de 1996?. La pregunta tiene una respuesta sencilla para Eleder: "Los buenos equipos se forman con grupos buenos, sanos. Eso es lo que en ese momento consiguió Las Palmas".

El vaticinio de Pacuco

Eleder fue uno de los futbolistas que siguió en la entidad en 1996-97, tras un cambio radical después del regreso a Segunda A. Su entrenador, Pacuco Rosales, sostiene la opinión de que la UD no debió romper aquella plantilla sino haber reforzado un par de posiciones para poder pelear por el ascenso a Primera en la siguiente temporada. "No sé si para aspirar claramente al ascenso. Pero es verdad que el equipo estaba muy hecho. También opino que, para quedar en mitad de la tabla con un montón de refuerzos, podríamos haber quedado en mitad de la tabla con lo que ya teníamos. Porque el modelo de juego y la conjunción ya venía dada. Posiblemente sí: con unos refuerzos puntuales de calidad, que marcaran la diferencia, habríamos sido un año después candidato a luchar por arriba. Pero eso nunca se sabrá".

 

"Es una alegría saber que la gente no me ha olvidado", reflexiona al comprender que su nombre no cayó en el olvido con el paso del tiempo. "Estuve en sitios como Soria, Mérida -coincidiendo con el servicio militar- o Eibar como profesional del fútbol. En todos me trataron muy bien. Pero Las Palmas, por su gente, siempre hubo algo especial". Y aquella primera escena al llegar como refuerzo en el 94 volvió, de alguna manera, a repetirse años después de su retirada deportiva. "Decidimos ir unos días a Gran Canaria de vacaciones, con mi mujer e hijos. Llegamos de madrugada para luego ir al hotel en guagua. Esta vez nadie podría reconocerme, pensé; había pasado mucho tiempo y ya no estaba en activo. Y al subirme a la guagua el primero que salta es el chófer. Directo: Usted es Juan Eleder. Y empezó a hablarme del equipo. De alguna forma me convertí en un vasco-canario porque siento que la isla es como mi segunda casa".

 

La huella del futbolista guetxotarra la sigue otro Eleder, de apellido Marrero. Ahora el joven extremo zurdo actúa en la UD San Fernando y su padre decidió ese nombre en homenaje a aquel jugador que entusiasmó al Estadio Insular por su alma de león.

 

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