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Opinión

Para empezar, una dosis de humildad

  • ENTRE BASTIDORES
  • 25/11/2018 - 19:28
Para empezar, una dosis de humildad Herrera y la celebración del Cádiz (Diario de Cádiz)

Manuel Borrego

Probablemente muy pocas personas habrían pronosticado la situación actual de la UD Las Palmas después de quince jornadas: fuera de la zona de play off, ya con el cambio de entrenador realizado y con un extravío en lo deportivo que es evidente. El momento es realmente duro porque la ilusión del proyecto tropieza con esta verdad innegable de la clasificación.

Una de las razones que llevaron al relevo de Manolo Jiménez fue su realidad ajena a lo que se percibía dentro y fuera del equipo. Sentía que iba por el camino correcto cuando la deriva en el juego y en la confianza del jugador iban proa al marisco. Y se ha podido comprobar nada más llegar Paco Herrera que el enfermo estaba con peores síntomas de los observados.

Tampoco era una cuestión de nuevos fichajes, como habría trasladado el entrenador andaluz a la cúpula del club cada vez que se producía un contratiempo.

Paco Herrera ha llegado y ha ‘atacado' en esa doble vertiente. Ha dicho que el equipo tiene una falta enorme de confianza en su juego (y eso que pasaron sólo 14 jornadas y un verano desde la confección de la plantilla) y que no necesita nadie para reforzar la plantilla. Porque "estos jugadores son muy buenos".

Manolo Jiménez es historia pero sus huellas son aún visibles, por desgracia. El batacazo del Carranza es el aviso muy anticipado de que todo lo que se había dicho de esta plantilla no vale si no es capaz de reconstruirse a sí misma. Está intentando ganar la confianza con el balón y olvidarse de los pelotazos recientes. Al menos hizo contra el Cádiz y ya apareció otra cosa distinta en el juego. Pero también tiene que crecer la moral de grupo y además Paco Herrera encontrar la fórmula mágica de una alineación que haga lo que está pidiendo: ser reconocibles.

Detrás de la derrota ante el Cádiz se oculta una gran verdad. Y es que el equipo de Alvaro Cervera ha sido el peor adversario para iniciar el nuevo ciclo de los amarillos grancanarios. Está engrasado a un notable nivel, con muchos jugadores en excelente momento de forma y un estilo de juego definido y atrevido. El resto lo pone la moral que ofrece haber logrado una cadena de cinco victorias consecutivas.

El 4-1 ha dado para un buen berrinche; otro más. Pero no es suficiente para rasgarse las vestiduras ni para sentir que Las Palmas se sitúa ante un imposible.

Más claro aviso no puede recibir el equipo grancanario. Toca a Herrera y a Angel Rodríguez reconstruir, pegar, unir, alimentar la esperanza ... pero debe hacerse todo desde la humildad. El Cádiz le ha hecho un gran favor a los amarillos de las islas. Le ha dicho que son uno más en el pelotón y que si siguen enredados en los mismos debates que no se llevó en su equipaje el anterior entrenador podrían seguir perdidos sin límite temporal.

El golpe ha sido dura; ver a Las Palmas a tres partidos de la zona directa lo es también. Quizá necesita esa dosis de realidad para conocer también cómo transformar su futuro. Y otra de humildad para poder remontar empezando por convencerse de que todo lo pronosticado en verano es ya papel mojado. En manos de los jugadores está el cambiar ese destino.

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