Opinión

Paciencia, el refuerzo invisible

Por Manuel Borrego

La UD Las Palmas cruza pronto la frontera de agosto, situada ya a mitad de camino de su puesta a punto para la temporada 2018-19. Queda abundante trabajo en los despachos y en el campo de juego, aunque el equipo ha dejado apuntes interesantes, no completos sin embargo. Apreciamos destellos esperanzadores entre los que ya estaban y los que llega, aunque aún estamos por descubrir el modelo final con el que se aborda el intento de volver a Primera División.

El camino elegido este verano para reconstruir el proyecto es el más largo de las distintas opciones viales. Porque la entidad, inmersa en un vuelco importante desde el descenso, optó por rehusar a la reconstrucción puntual de lo que ya existía retocando piezas. La de Las Palmas 2018-19 es una remodelación en alto porcentaje, cambiando abundantes jugadores y también conceptos de juego y de club. Está así tratando de borrar el último año y medio, temporada y media, de constante caída que le ha llevado a malograr el mejor escenario económico que ha conocido en su historia. De momento ha logrado que sus abonados, en número que cubre la mitad del Estadio de Gran Canaria, le dan un voto de confianza pendiente de resultados deportivos.

Advertimos todo ello porque el ‘fichaje' invisible que ha de acompañar la tarea de Manolo Jiménez o la del club es la paciencia. Una revolución tan profunda necesita tiempo para echar raíces en el asentamiento de las ideas, de las personas y del propio juego. Todo desemboca en la producción de los profesionales donde ya es apreciable un hecho relevante: el ánimo del colectivo es distinto al de hace unos meses, con aires positivos, alejados de la depresión anímica en la que cayó especialmente en el sector final de la pasada Liga. Es un buen escenario para el comienzo, porque la alegría interna debe acabar trasladándose al balón.

No puede ser cierto que el objetivo inicial sea llegar en plenitud de funcionamiento a ese primer día de la próxima Liga frente al Reus Deportivo. El ‘aeropuerto' de la entidad tiene operaciones de salida y también de llegada aún en activo, sin concluir. Y posiblemente podría mantenerse así incluso ya con la competición en marcha, hasta el primer cierre de mercado.

La paciencia ahora, no sólo para fichar o para tomar decisiones con los jugadores del filial -que también se están reivindicando-, es una virtud. El CD Tenerife enseñó algo en el amistoso de Maspalomas: un equipo ya horneado, a pesar de no tener los más brillantes ingredientes, es capaz de producir en una competición como la Segunda española donde las individualidades pueden ser menos relevantes. La conjunción es lo que le falta en lógica a la nueva UD. Colectividad también para saber interpretar cada una de las hojas de la partitura con la que vienen los propios y también los rivales.

Apreciamos grandes diferencias entre la actual temporada y la última en que Las Palmas jugó en Segunda División, después del duro golpe del cordobazo. Paco Herrera llegó en 2014 a la isla, dirigió el primer entrenamiento y dijo una frase que fue ilustrativa: "Con lo que tenemos en plantilla, ya podemos salir a competir". El mensaje de Jiménez en 2018 no ha sido así: "Hay mucho que mejorar", frase repetida; "quedan refuerzos por venir y se están haciendo de rogar; estarán los que quieran estar o me gustaría tener al completo cuanto antes a todo el equipo".

Aún es pronto para evaluar si mereció la pena cambiar a Lizoain por Fernández, a Simón por Lemos, a Ximo o Gálvez por Cala y Deivid, a Mateo García por Fidel, .... Hace falta que todos, dentro y fuera, sepan comprender quiénes son ahora y dónde están. Porque espera una gran batalla que no se ganará durante el primer mes, pero sí con el mayor número de decisiones acertadas.