
Galería: C. Torres
La apertura de la grada Sur baja, añadida a la anterior de la grada Curva, le ha cambiado el rostro al Estadio de Gran Canaria. De nuevo, apenas a siete metros, los aficionados de primera línea huelen el césped del recinto de juego, ven de cerca a los protagonistas de los partidos. No es como el viejo Insular, pero comienza a parecerse. Las obras del recinto de Siete Palmas y el sacrificio que con ellas va paralelo comienzan a dar sus frutos; impulsadas en la gestión del anterior consejero de deportes, Lucas Bravo de Laguna, terminadas con la actual de Ángel Víctor Torres.
Este sábado el estadio pareció de verdad lo que se esperaba, pero todavía no ha culminado el proceso hasta el inicio de la segunda vuelta. Al menos en las tres primeros graderíos porque la Naciente es otro cantar. Cuando el proceso cambie, curiosamente ese fondo popular será el más alejado, durante un periodo.
Doce temporadas y dos ascensos por el camino ha debido esperar el aficionado de la UD Las Palmas que, acercándose a sus jugadores, refleja en sus rostros que por fin se comienza a reparar un error histórico.



