Emociones con mayúsculas
19/01/2014

Por Higinio Medina

Lo vivido esta mañana en Riazor da para mucho. Es uno de los partidos que no sólo se limitan al terreno de juego; las emociones, las sensaciones, dan lustre a una gran jornada deportiva de esas que se deben escribir con mayúsculas en los anales de la historia. Por un lado tenemos un triunfo que coloca a los hombres de Sergio Lobera a tan solo 2 puntos de la cabeza, por otro el engrandecimiento de la figura de Juan Carlos Valerón.

En cuanto a la victoria, hay que destacar el repertorio táctico y estratégico de los amarillos que para nada se vio ensombrecido con errores puntuales que pudieron cambiar el signo del partido. Quedan, evidentemente, en mera anécdota. Fueron 95 minutos en los que predominó la lentitud, pero también la inteligencia y la calidad de unos jugadores que de seguir esta línea reflejaran sus andanzas con letras de oro.

Sobre Juan Carlos Valerón se ha escrito mucho y siempre para bien. La calidad humana que atesora y la magia de su juego hacen que allá donde vaya sea recibido con aplausos. Hoy, en su regreso a la ciudad que durante trece años fue su casa, fue ovacionado como pocas veces se recuerda a alguien que en esta ocasión lo hacía como rival. El cariño que en tierras gallegas se siente hacia su persona quedó corroborado por este emotivo acto, pero no sólo por ello, pues al final del partido era la estrella con la que se querían fotografiar, de la que querían tener un recuerdo que para su poseedor se convertía en una auténtica joya. Él, solícito, respondía a sus admiradores.

El fútbol es sentimiento, es la esencia de aquellos ejércitos que combatían por una causa y que dieron paso a una "guerra" incruenta, llena de matices que llegan a lo más profundo de quienes siente pasión por el deporte rey. Este sentimiento, a veces encontrado, a veces dirigido por caminos irracionales, se nos mostraba en la mejor de sus acepciones. Es el ejemplo que se debe imitar. Rivales sí, pero con cordura. Rivales sí, pero con respeto y también con admiración. Si el mundo funcionara así, probablemente otro gallo nos cantaría...

 

Comparte el artículo si te ha gustado
También te puede interesar