Controversia loberiana
05/01/2014

Por Higinio Medina

La Unión Deportiva Las Palmas perdió una oportunidad de oro ante el Mallorca (2-2) para ir consolidando sus credenciales de equipo aspirante. No fue un partido fácil, pero sí fue un partido en el que la afición volvió a reencontrarse con jugadores a los que había pitado jornadas atrás. Hoy prevalecieron los aplausos y por momentos, después del primer gol, se vio un fútbol fluido que presagiaba una noche mágica, pero no fue así, incomprensiblemente, con todo a favor, no se pudo lograr la victoria.

El desencanto de los seguidores amarillos por el resultado final se debatía entre la figura del entrenador y el anti-casero arbitraje del trencilla de turno. Sobre el segundo, fue evidente la permisividad con el equipo bermellón que desequilibraba la balanza de la justicia, pero su influencia sobre el resultado final no está tan clara, pues entra de lleno en el terreno de la subjetividad por lo que pudo haber sido pero no fue.

Con respecto a la figura del entrenador nos encontramos con opiniones para todos los gustos. Es cierto que Sergio Lobera comete errores, como los podemos cometer todos en nuestras tareas, pero no por ello ha de ser vilipendiado, y también es cierto que tiene muchos aciertos, pero no por ello ha de ser subido a los altares. Simplemente realiza una labor muy complicada con bastante repercusión en todo lo concerniente a un amplio espectro de la población que tiene empatía con el deporte rey.

Las críticas, que entendemos no son para pedir su cambio, son buenas siempre y cuando se produzcan dentro del respeto y con ánimo de sumar. De hecho las encaja con responsabilidad, baste el ejemplo de las pitadas generalizadas que recibió después de la derrota ante el Tenerife. Eso demuestra talante. Ahora bien hay decisiones, o el tiempo que tarda en tomarlas en el fragor de la batalla, que generan dudas en el aficionado. Sin ir más lejos en el encuentro de esta tarde cuando el resultado iba 2-1 preparaba la entrada en el terreno de juego de Javi Castellano momento en el que empatan los visitantes (minuto 69). La nueva situación le lleva a meditar durante unos 15 minutos sobre qué planteamiento seguir y qué jugadores incorporar. La decisión de cambiar a Apoño caldeó el ánimo del público que no terminó de entenderla y la criticó con sus pitos y algún que otro improperio.

Al margen de estas consideraciones, por otro lado normales dada la pasión y los sentimientos con los que se vive el fútbol, el equipo sigue con sus posibilidades intactas y este éxito no es de una parte, este es el éxito del todo, un todo en el que el entrenador tiene una cuota mayor que el resto y sus decisiones acertadas o equivocadas nos dicen que la Unión Deportiva está arriba y no abajo. Podrá gustar más o menos, pero es la realidad. Si las circunstancias cambiaran a peor, cosa que dudamos, habría otra lectura. De momento a disfrutar de lo conseguido, que no es poco. Criticar cuando haya que hacerlo y esperar que 2014 sea un año propicio para todo aquello que nos propongamos y deseemos.

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