
Por Higinio Medina
A poco de sacar de centro el Sporting de Gijón la Unión Deportiva Las Palmas recuperaba el balón, y sin complejos ni especulaciones de ningún tipo iba a por el partido. No iba a ser fácil pues enfrente tenía a una escuadra que mostraba sus credenciales, tanto en jugadas de estrategia como en ataque.
Fue un encuentro vibrante, y el resultado (2-3) casi pasaba a un segundo plano, sin olvidarnos de su importancia, ante los ojos del espectador que disfrutaba de lo que podemos entender como fútbol total. Un fútbol sin tregua, con lucha intensa a lo largo y ancho del rectángulo de juego, en el que los participantes tenían que multiplicar sus esfuerzos para no salirse del guión establecido para una tarde de gloria.
Hoy tenemos que hablar de equipo obviando las individualidades. Desde el número uno, hasta el número once; desde el banquillo hasta los suplentes. Si esta "máquina" se engrasa con lo presenciado en El Molinón y tiene la continuidad debida probablemente la historia se volverá gratificante, pero hay que ser constantes para lograr los objetivos, y esa es la gran duda. ¿Estamos ante el despertar amarillo, o es un partido que salió bien por las características del rival?.
Hubo errores, pero también genialidades. Bastantes genialidades. No se vino abajo el equipo ganando 0-2, tampoco se vino abajo tras el empate. Los ingredientes: mentalidad ganadora, concentración y entereza física, que no es poco; es lo que se pide. Así se podrá perder o empatar y no habrá reparos, porque el seguidor de Las Palmas sabrá agradecer y valorar el esfuerzo realizado; porque los cimientos en los que se sustenta el equipo grancanario tienen su origen, precisamente, en esa mentalidad, en ese esfuerzo y en esa concentración que muchas veces se ha echado de menos ...