Valerón siempre juega en casa
22/09/2013

Por Higinio Medina

No fue un partido vistoso el disputado entre el Girona y La Unión Deportiva Las Palmas (0-2). Fútbol plano, lento en muchas fases, falto de profundidad, pero emocionante por la incertidumbre del resultado y la brega de los contendientes, destacando el orden a falta del concierto, particularmente en tareas defensivas.

Al margen de la victoria canaria, segunda consecutiva ante un rival que en nada se pareció al de temporadas pasadas, un hecho importante, no por lo habitual, se dio en el momento de la sustitución de Juan Carlos Valerón. El público catalán le despidió con una ovación que viene a ser el reflejo del aprecio que se tiene al grancanario allende los mares y el reconocimiento a quien tantas veces defendió la camiseta de la selección española y que tantas tardes memorables dejaba y sigue dejando con su impronta en los terrenos de juego.

Es raro no ver a aficionados haciéndose una fotografía con el mago de Arguineguín. Su personalidad y bonhomía debe ser el espejo en el que los jóvenes y no tan jóvenes deben mirarse. Con 38 años goza de un prestigio que ya quisieran muchos, y a pesar de que es una edad considerada "elevada" para la práctica de la alta competición, sus destellos de calidad, su talento y predisposición, sin borrarse del campo, hacen de él una pieza importante para la consecución de metas elevadas.

Probablemente estemos ante su segunda juventud deportiva, pues para lo que es para unos el ocaso, para Juan Carlos Valerón es la renovación de sus ilusiones, con el equipo que alzó el vuelo y ante una afición, exigente afición diríamos, que espera jornada tras jornadas ese último pase que de la victoria, esa filigrana que le haga levantar de los asientos y aplaudir su entrega como si acabara de debutar...

 

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