La homilía perfecta
31/08/2013

Por Higinio Medina

Una de las cualidades más significativas de Sergio Lobera es su excelente capacidad de análisis una vez han concluido los partidos; en algunos momentos magistral, por la claridad y certeza de sus expresiones. Ahora bien, siempre hay algún pero que llega a empañar su correcta visión, un pero nada baladí por cierto, y es que sabiendo dónde están los posibles problemas no se termine de dar con la solución para superarlos.

Los equipos que visitan el Estadio de Gran Canaria vienen perfectamente aleccionados para contrarrestar el planteamiento inicial del equipo canario, más aún si el resultado les es favorable. Dos líneas de 4 jugadores y el portero son basa suficiente para anular, por lo general, el ataque amarillo. Sabemos que es una estrategia que presenta grandes complicaciones, pero también a grandes complicaciones grandes remedios...

La situación no es nueva, la vimos en innumerables ocasiones durante la fase final de la temporada pasada, de ahí que, aunque se esté al inicio del campeonato, deba preocupar el porqué no se puede superar este trance que tiene a mal llevar a los aficionados, que hoy volvieron a expresar su descontento desde las gradas.

No se trata de cambiar de entrenador como ya se pide por ahí, incluso ya se oyeron cánticos en este sentido, se trata de reflexionar si el patrón de juego elegido es el correcto o no. Los jugadores pueden llegar a desorientarse y bajar el rendimiento por este motivo. Prueba evidente es que en tan solo tres jornadas se ha ido de menos a menos, que ya es decir.

Contra el Éibar (1-1) vimos sobre el terreno de juego a un equipo que desarrollaba un fútbol extremadamente básico, pero con las ideas perfectamente claras sobre lo que tenía que hacer en cada momento, el Armero. Su patrón de juego era tan evidente, que se repetía una y otra vez. Por contra, vimos a otro equipo sobre el terreno de juego, que por momentos era una caricatura, sin ideas, deambulando y viéndose superado por la intensidad de un rival, que sin ser muy alta, era suficiente para dejar en evidencia, una vez más, a las huestes del entrenador de Las Palmas.

El equipo canario era incapaz de reaccionar, y el respetable arreciaba su enfado, momento, que entendemos, hizo reflexionar a Sergio Lobera, que se sacó un conejo de la chistera con el que conseguía, por un lado apaciguar los ánimos de los 9000 asistentes, y por otro demostrar que cuenta con los canteranos, aunque sea en circunstancias críticas. La jugada le salió casi bien, pues Asdrúbal consiguió el empate, pero también marcó a dos profesionales como Tato y Momo que fueron abucheados en su salida del campo.

Hay todo el margen que se quiera para reaccionar, pero se está jugando con fuego y eso no es bueno. El fútbol es un estado de ánimo permanente, se pasa de la alegría a la tristeza en nada. La mejor opción para solucionar un problema es saber dónde está, y en este caso es evidente. Los entrenamientos deben servir para algo, y como si de una obra teatral se tratara en la que el resultado final es el resultado de los ensayos realizados, en este caso sería el de los entrenamientos..., hasta la fecha poco, o muy poco podemos aplaudir de esta nueva Unión Deportiva.

 

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