
Por Manuel Borrego
64 encuentros oficiales; apenas 27 en Segunda A, otros 28 en Segunda B y 9 de Copa. Seis goles en total de amarillo. No tuvo tiempo de saborear la afición de la UD Las Palmas, la que primero le aplaudió, lo mejor de Juan Carlos Valerón. Estaba por venir. Lo que sus botas destiló había llegado al paladar de los moradores del Luis Sitjar, Vicente Calderón y especialmente en Riazor, donde alcanzó condición de ídolo deportivista. Todo ello se ha perdido en el tránsito desde su marcha en 1997 hasta ahora el regreso en 2013.
A Valerón le despedirá finalmente la afición que le vio nacer. Es otro reparo histórico del actual consejo de administración de la UD Las Palmas, porque el jugador más laureado a nivel internacional que brotó de sus filas tendrá la oportunidad de volver a sentir en su piel la camiseta amarilla y el escudo de los cinco miembros de la unión. Era un acto de justicia para él, por lo que aún representa para el fútbol canario, y también para el propio club e hinchada que le vio zapar.
Vuelve a casa el genio, que tuvo la oportunidad de escuchar un "sí, quiero" apenas hace unos meses, cuando toda la tribuna del Estadio de Gran Canaria se puso de pie para aplaudirle en el amistoso organizado por su amigo Jonathan Viera. Quizá ese día comenzó a convencerse de que esa reconciliación hacía un bien a la entidad y a él mismo. Valerón llega con una edad que sería capaz de desatar grandes debates, pero quienes le vieron hace apenas dos meses en Riazor creen que tenía madera todavía para liderar a un Deportivo en el camino del ascenso. En la UD Las Palmas ven en él, además, a un futbolista que viene a sumar desde dentro, desde fuera. Su fútbol no estaría para 42 partidos ininterrumpidos a 90 minutos de gran intensidad. Él, sin embargo, le ha comentado al presidente de UD Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez, que viene a tope, a jugarlo todo. Está y es incuestionable.
Un vacío histórico, algo que quedó sin escribirse, tendrá oportunidad de ser cubierto.
¡Bienvenido a casa, Palanca!.