
El capitán del Gáldar -que no defendió el escudo de otro club- se plantea una futura segunda vida deportiva como miembro del colectivo arbitral
Manuel Borrego
Sergio Jorge ya no será el primero de la hilera en el Unión Gáldar. Da el relevo en la silla adlátere a la del mandador del equipo. 25 años después dice adiós a la lucha canaria porque "uno sabe cuándo empieza a funcionar como un coche viejo. Llegó mi hora". Este viernes terminó su largo ciclo deportivo, con alguna interrupción, siendo su verdugo -testimonial- Juan Espino Trota. El capitán del Gáldar, el club de su municipio natal (8 de octubre de 1975), ha decidido la retirada aunque piensa que su nueva etapa cambia de bando: "Quizá acabe convertido en árbitro. Es una idea que desde hace tiempo tengo en mente. Creo que puedo hacer una buena labor, porque comprendo la lucha canaria desde otra vertiente. El arbitraje también necesita unificación de criterios, que cada uno lleve el reglamento correctamente, no a interpretación de cada uno como ocurre en los últimos años".
Sergio Jorge Moreno siempre ha pertenecido al Gáldar en ese cuarto de siglo desde que debutara con apenas 13 años de edad. "En una ocasión cambié de equipo. Fiché por el Castro Morales pero duré apenas una semana. Es que Telde estaba muy lejos de mi casa y me suponía un sacrificio ir a entrenar. Regresé a Gáldar y jamás volví a cambiar en otra ocasión".
Así que le tocó vivir momentos vibrantes en el club del Noroeste. "En juveniles tenía categoría de destacado. Fuimos campeones del Pancho Camurria, en una etapa en la que coincidí con Cirio Santana o el Pollo del Molino. En Tenerife su puntal era José Ángel Méndez". Con el Gáldar logró "el título de Canarias de Primera, en la etapa de Melquiades; un tercer puesto también". Llegó al club cuando era presidente Demetrio Suárez y revive que "hubo momentos muy brillantes de este equipo. Era una gozada venir al terrero, con las gradas abarrotadas. Una vez tuvieron que cerrar las puertas y se quedó una tropa fuera, sin poder entrar. Loreto y Melquiades se enfrentaban aquella noche. No sé si esto lo volveremos a vivir; espero que sí, pero el deporte de la lucha canaria necesita muchos cambios".
"Cada luchador ha de militar en el equipo de su municipio"
Confiesa Sergio Jorge que tiene una tendencia a filosofar sobre lo que acontece en los terreros. "La gente dice que es una locura pero, si fuera dirigente, pondría en práctica medidas para que la lucha canaria renaciera. Una de ellas sería que los luchadores sólo pudieran bregar en aquellos clubes donde tienen su residencia. De esta forma se acabaría el descontrol económico y la gente tendría más apego a los equipos de su municipio. Se acabaría también la especulación a base de fichajes costosos que han arruinado a los equipos. Pero, ya digo, llevar a la práctica esto hoy parece impensable".
De los tiempos de antaño añora muchas cosas Jorge. "Que se fomente la cantera y que la gente venga a luchar por amor al deporte. La cosa funcionaría de otra manera. En mi época los luchadores éramos felices sólo con lo que recaudábamos en la vuelta al terrero. Yo mismo hacía quince mil pesetas en una luchada y con ese dinero me daba para mis cosas. Los luchadores y los aficionados estábamos más unidos entonces. Hay que volver a recuperar esto; no sé cómo pero sería ideal para que la lucha no muera".
Por eso siente admiración a dirigentes como "Paché, un hombre que lo es todo en el Gáldar. Los luchadores nos enfadamos a veces con él pero comprendemos su esfuerzo para que el equipo salga al terrero todas las semanas. No es fácil hacerlo sin ayudas. Él lo hace todo y se las ingenia para traer dinero de los patrocinadores. Paché no es el presidente oficial del club, que creo que se llama Blas Ramos, al parecer. Digo al parecer porque lo vimos alguna vez y ya nunca más. Gente como Paché mantiene viva la lucha canaria, buscando bajo las piedras para que esto continúe".
En estos 25 años de brega, recuerda como su mejor día un "triangular en el que tiré a nueve hombres del Agüimes. Tenía 20 años y estaba en forma". El adversario con el que no ha podido es "Manuel Ángel Rodríguez del Toro, el hermano de Carmelo. Es un gran bregador, con mucha agilidad y fortaleza. No sé qué me pasa con él pero me tira de cualquier manera. Dicen que cada luchador tiene su oponente perfecto. Él lo es para mí. Prefiero encontrarme con Carmelo antes que con Manuel Ángel". Y, a la inversa, Sergio Jorge es un "rival encontrado" para algunos de sus oponentes: "Javi Monzón, cuando ve que voy a su encuentro me dice: "Ahí viene el maldito rubio". Le comprendo, tengo ciertas habilidades para desquiciar a los contrarios, incluso a los veteranos".
En sus años deportivos, Sergio Jorge localiza sólo una lesión de relieve. "Me pasé la etapa de los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992, en un hospital. Sufrí una lesión de ligamentos ante Miguel Roger, tras una pardelera. Y el destino quiso que seis meses después y ante el mismo rival me encontrara en un terrero. Era mi reaparición y me dije: tiene que ser ahora o nunca. Le tiré con otra pardelera. Así es la lucha canaria".
Sergio Jorge deja atrás una estela de amistad, con el honor de haber compartido vestuario en fechas recientes con un luchador que puede llegar a altas cotas. "Tino González puede llegar en la lucha canaria donde él quiera. Le falta un poco de coraje; se lo he dicho en alguna ocasión. Porque es demasiado noble como persona y también en la vida extradeportiva. Tiene unas condiciones físicas y técnicas inmejorables. Está a tiempo porque, además, es un luchador que sale a dar espectáculo. Él ha mejorado muchísimo en el Gáldar, porque al tratarse de un club modesto ha de salir a bregar con toda clase de rivales. Y ha conseguido llevar su nivel muy alto. Pero todavía puede lograr mucho más".
Sin embargo, no será con su ayuda. Ahora está en un proceso de mentalizarse para coger el silbato y el crono. "Pero tengo un problema: tendría que convencer al Comité de Árbitros de que me liberen de pitar al Gáldar. No me veo tan imparcial en este caso".