M.B.

Los pequeños detalles pueden marcar el destino de un encuentro. Ese mensaje lo escuchamos de manera abundante en boca de los técnicos de los equipos, especialmente en Segunda División. ¿Y entonces qué ocurre con los grandes detalles?. Uno de ellos es muy apreciable y lleva una síntesis: de una temporada a otra, la UD Las Palmas ha reducido de forma muy apreciable el número de sus expulsiones, en lo referido en exclusiva a los jugadores  -no asistentes o entrenadores-. Pasa de las 18 tarjetas rojas de la pasada temporada a las 6 actuales, aún con nueve partidos por disputar en la decisiva recta final.

Y, ¿por qué consideramos que este asunto es como una viga en el ojo difícil de no analizar?. Precisamente porque las expectativas de ascenso de la pasada campaña, que también las hubo hasta el último tercio de la competición, pudieron resquebrajarse por varias razones. Una de ellas fue la abundante cantidad de jugadores expulsados en la segunda vuelta: siete en total, en tres ocasiones nada menos que Jonathan Viera, el futbolista abanderado de la pasada campaña.

Pero ya nos resulta llamativo que en la vigente campaña la reducción de expulsiones sea tan apreciable, una temporada que puede acabar siendo modélica. En especial esta segunda vuelta de competición, donde los amarillos sólo han sufrido una exclusión en juego, que además resultó injusta: Vitolo en Almería ... tarjeta roja anulada posteriormente por el Comité de Competición, al aceptarse la reclamación de la UD Las Palmas a una de sus cartulinas.

Todos los aspectos del juego son ahora importantes y congratula saber que Las Palmas domina incluso sus propios nervios.

A modo recordatorio, éstas son las expulsiones sufridas por el equipo amarillo desde su regreso a la Segunda División, en 2006: